En las mañanas una se levanta quitándose la maraña de sueños y pesadillas, deja la cama, camina por la casa, manda un mensaje, vuelve a la cama, toma un libro y lee: "Our life was ordered with great simplicity and regularity..." y entiende. Todo lo que creía entender y que en realidad no entendía de la vida que estaba ordenada con gran simpleza y regularidad se vuelve valioso y entrañable, extrañable.
Creo que pocos en este mundo ven a la sencillez y a la regularidad como algo exquisito. Yo, recién aprendo eso. Esta mañana, lo aprendí, creo. Y bueno, no lo aprendí en los dos años que están por cumplirse, pero lo aprendí. (El conocimiento tardío y sus consecuencias, sería una buena tesis, anótalo para el posgrado).Yo me quedo con eso, lo guardo en la mano como esa moneda que te encuentras en la calle y a quien llamas moneda de la suerte. La tomas, a la moneda, y la aprietas en tu puño como si así. Como si la suerte y la fortuna pudieran.
En mi puño no hay moneda de la suerte, sólo la memoria de una vida con sencillez y regularidad. Y de eso, de eso también se hace la vida.
La línea, por cierto, viene de un libro de Virginia Woolf que se llama Moments of being y el texto en particular se llama Reminiscencias, la autora encuentra una voz y desde o a ella ella narra su vida familiar; sí, ya lo sé, todos los caminos me llevan a Woolf.
6.1.08
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