30.1.08

ÉL

Compartimos una pared. Sólo una pared.
Nunca le dije que me encantaba su casa. Nunca le dije que me gustaba su planta de la cochera. Nunca le devolví su pelapapas. Vivimos más de cuatro años uno al lado del otro. Yo, en realidad, lo conocía sin conocerlo. Sabía de su enfermedad, observé como ella, despiadada, dejaba huellas sobre su cuerpo.

Hoy, es también un día raro. Hoy el cielo también debería soltar unas lágrimas, después de todo también fue su vecino, el cielo y Él, compartían techo.

1 comentario:

Manuel dijo...

El vecino misterioso. Parece que la muerte se está poniendo de moda. ¿Qué clase de pret a porter es, si hay una para cada uno? Peccato!