He amado a una mujer, he vivido - por días enteros – en el espacio claro de su vientre, he naufragado en su cuello. He recorrido la distancia que hay entre su frente y sus tobillos. He cruzado la línea oscura que esconden sus muslos. He creído - más de una vez - que no hay nada comparable con el placer de horadarla.
He besado a una mujer como instinto de supervivencia, como quien sale del mar buscando la bocanada que le devolverá la vida. He besado como si nunca antes lo hubiera hecho.
Pero, también, he golpeado a una mujer.
He golpeado a una mujer porque no he sabido qué más hacer para detener su paso, su prisa, su risa. He fracturado el cuerpo que busco - necio - al final y al principio del día. He limpiado - con mi lengua - la sangre de sus comisuras. He curado las marcas de mis puños sobre su piel.
Yo, he caído - vencido - ante una mujer que duerme con el miedo de amanecer en mis brazos.
4.1.08
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1 comentario:
¡ay: ésto!... duele
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