Cuando me pregunten porque desisto de mi novela, diré que es porque:
Pienso que actualmente todo argumento sería autobiográfico. No tengo el menor deseo de crear seres felices, ni países que no he visto ni situaciones en que no intervine. Tal es mi egoísmo o lo que sea. Cierro los párpados y recorro mi vida. Sonrío. ¿Se la puede llamar intensa? Creo que sí Inconscientemente intensa. Cada día lo siento más.
Sí, Alejandra tenía razón.
Pizarnik, Alejandra. Diarios. España: Lumen, 2005.
31.1.08
SAN PABLO (CELAN)
"San Celan,
ruega por nosotros
por que recibamos
al menos una herida,
azul, azul, imborrable,
nosotros que aceptamos la supervivencia. "
Denisse Levertov
ruega por nosotros
por que recibamos
al menos una herida,
azul, azul, imborrable,
nosotros que aceptamos la supervivencia. "
Denisse Levertov
30.1.08
ÉL
Compartimos una pared. Sólo una pared.
Nunca le dije que me encantaba su casa. Nunca le dije que me gustaba su planta de la cochera. Nunca le devolví su pelapapas. Vivimos más de cuatro años uno al lado del otro. Yo, en realidad, lo conocía sin conocerlo. Sabía de su enfermedad, observé como ella, despiadada, dejaba huellas sobre su cuerpo.
Hoy, es también un día raro. Hoy el cielo también debería soltar unas lágrimas, después de todo también fue su vecino, el cielo y Él, compartían techo.
Nunca le dije que me encantaba su casa. Nunca le dije que me gustaba su planta de la cochera. Nunca le devolví su pelapapas. Vivimos más de cuatro años uno al lado del otro. Yo, en realidad, lo conocía sin conocerlo. Sabía de su enfermedad, observé como ella, despiadada, dejaba huellas sobre su cuerpo.
Hoy, es también un día raro. Hoy el cielo también debería soltar unas lágrimas, después de todo también fue su vecino, el cielo y Él, compartían techo.
29.1.08
THE RED BOOK
28.1.08
¿INSOPORTABLE?
Una vez, en un cuento, escribí: "quien se suicida lo hace porque la vida le resulta insoportable". Hoy esa frase, pesa. Hoy esa sensación duele. Se siente en el ambiente del campus, en las caras de mis alumnos, en la forma en que los maestros tratamos de evitar el tema. En el cielo nublado. ¿Qué tan insoportable puede ser la vida a los diecinueve años?, me pregunto mientras pienso en la noticia que nos tiene enrarecidos. No hay respuestas. Para estas cosas nunca hay respuestas.
Y CON USTEDES: ¡EL FONDUE!
Finalmente le dimos uso a la preciosa ollita de fondue. Era sábado, éramos dos y de pronto ya éramos cinco, luego siete. Siete personas, cinco mujeres, dos varones, cinco adultas, dos menores: metiendo su cachito de pan en el humeante y delicioso queso suizo. Frente a nosotras el televisor, serie de mujeres encaprichadas por ser felices. En nuestros dedos, el estambre, nuestras manos encaprichadas en hacer bufandas.
El verbo se hizo forma.
La forma se hizo velada.
La velada se hizo espontaneidad y belleza.
Había aceitunas, vino tinto, galletas varias, cariño mucho. Había conversación entre uno y otro capítulo y, alrededor de nosotras, la atmósfera única que se construye cuando un grupo de mujeres se reúne.
En mi casa, amigas de siempre y las amigas que comienzan a ser las de siempre. Faltaron dos integrantes del grupo: la cineasta y la orientadora emocional (si sabe que le llamo así, me mata). Pero es bueno que la gente falte, eso es un pretexto para volver a unir quesos, fuego, alma, estambre y entusiasmo, en el calor de una ollita de fondue.
El verbo se hizo forma.
La forma se hizo velada.
La velada se hizo espontaneidad y belleza.
Había aceitunas, vino tinto, galletas varias, cariño mucho. Había conversación entre uno y otro capítulo y, alrededor de nosotras, la atmósfera única que se construye cuando un grupo de mujeres se reúne.
En mi casa, amigas de siempre y las amigas que comienzan a ser las de siempre. Faltaron dos integrantes del grupo: la cineasta y la orientadora emocional (si sabe que le llamo así, me mata). Pero es bueno que la gente falte, eso es un pretexto para volver a unir quesos, fuego, alma, estambre y entusiasmo, en el calor de una ollita de fondue.
25.1.08
EL PASADO
El miércoles fui al cine.
Película argentina de Gael. Qué risa el acento argentino de Gael (me pregunto, por supuesto, por qué ese personaje argentino lo tiene que hacer un actor mexicano). Me sigo riendo del acento de Gael y entonces como el mecanismo de un reloj, la película comienza a dar giros, giros, giros... de pronto, la película es un retorcimiento total y para entonces mi pie se mueve con el nerviosismo de antes, siento que hasta he desarrollado un tic nervioso. Habían pasado ya más de 60 minutos y mi cuerpo entero me decía: salte de aquí.
Y me salí del cine.
Y yo nunca me salgo de un cine.
No sólo me salí, corrí, CORRÍ.
Dejé a significant one en un abandono total, ahí en ese cine. Lo bueno que traía carro. Lo malo que se enojó. Lo bueno que a fin de cuentas, entendió.
Manejé a casa sintiéndome mal, mi piel, mi estómago, mi cabeza. Ansiedad es la palabra. Y la conozco bien.
Sólo hasta que llegué a casa lo entendí: es el pasado, el problema es el pasado. No el mío, el de todos. No el pasado en sí, sino el hecho de que a veces nos lo traemos a vivir con nosotros, le permitimos la entrada, lo sentamos en la sala, le servimos café, lo escuchamos y nos dejamos llevar por él. Le permitimos hacernos presa. Y está ahí consonante, habitándonos. Ciega la posibilidad de un buen presente. Atropella un futuro afable.
Sí, era sólo una película. Pero, ¿qué necesidad tengo de ver en el cine lo que yo ya no quiero ver en mi vida? Así que si es necesario, me volvería a salir del cine o cerraría ese libro y buscaría -en casa, en la calle, en tus ojos- un presente, un futuro que mi piel resista.
Película argentina de Gael. Qué risa el acento argentino de Gael (me pregunto, por supuesto, por qué ese personaje argentino lo tiene que hacer un actor mexicano). Me sigo riendo del acento de Gael y entonces como el mecanismo de un reloj, la película comienza a dar giros, giros, giros... de pronto, la película es un retorcimiento total y para entonces mi pie se mueve con el nerviosismo de antes, siento que hasta he desarrollado un tic nervioso. Habían pasado ya más de 60 minutos y mi cuerpo entero me decía: salte de aquí.
Y me salí del cine.
Y yo nunca me salgo de un cine.
No sólo me salí, corrí, CORRÍ.
Dejé a significant one en un abandono total, ahí en ese cine. Lo bueno que traía carro. Lo malo que se enojó. Lo bueno que a fin de cuentas, entendió.
Manejé a casa sintiéndome mal, mi piel, mi estómago, mi cabeza. Ansiedad es la palabra. Y la conozco bien.
Sólo hasta que llegué a casa lo entendí: es el pasado, el problema es el pasado. No el mío, el de todos. No el pasado en sí, sino el hecho de que a veces nos lo traemos a vivir con nosotros, le permitimos la entrada, lo sentamos en la sala, le servimos café, lo escuchamos y nos dejamos llevar por él. Le permitimos hacernos presa. Y está ahí consonante, habitándonos. Ciega la posibilidad de un buen presente. Atropella un futuro afable.
Sí, era sólo una película. Pero, ¿qué necesidad tengo de ver en el cine lo que yo ya no quiero ver en mi vida? Así que si es necesario, me volvería a salir del cine o cerraría ese libro y buscaría -en casa, en la calle, en tus ojos- un presente, un futuro que mi piel resista.
MADEMOISELLE DONOVAN
Mi roommate favorita. Mi artista-poeta-fotógrafa-decoradora y handy(wo) man favorita cumple años el domingo. Hará un tea party en Rosarito. Odio tener que perdérmelo pero estoy segura que mi fantasmita adorador de sus tea parties rondará su casa y le propinará los abrazos y cariños que merece.
24.1.08
COSTURERO
Necesito pegar un botón.Voy a mi clóset y saco mi pequeño y redondo costurero. Lo pongo en la mesa, me siento y el hijo me descubre. "¿Y eeeeesto?", dice. Le digo que es mi costurero. Lo abre y hace repaso de sus artículos: "¡Tantos hilos, agujas, las tijeritas, la cinta métrica, los alfileres! Es genial", admite. "Simplemente genial", agrega.
Lo mira y lo mira.
En lo que él ve un tesoro de hilos, yo veo el costurero como lo que es, un costurero. "Estas cosas son las que me gustan, así todo ordenadito, todo ahí brillando".
Y de pronto, conforme él continúa con sus ejemplos, ante mis ojos mi costurero, mi pequeño y redondo se transforma en las Minas del Rey Salomón (o algo parecido).
Lo mira y lo mira.
En lo que él ve un tesoro de hilos, yo veo el costurero como lo que es, un costurero. "Estas cosas son las que me gustan, así todo ordenadito, todo ahí brillando".
Y de pronto, conforme él continúa con sus ejemplos, ante mis ojos mi costurero, mi pequeño y redondo se transforma en las Minas del Rey Salomón (o algo parecido).
THE VOICE OF YOUR EYES (excerpt for the sleepy one)
I leave.
You sleep.
Gladly, i see.
I think. I remember. Cummings' lines come to my mind:
"(i do not know what it is about you that closes
and opens; only something in me understands
the voice of your eyes is deeper than all roses)
nobody, not even the rain, has such small hands..."
Then, my eyes close and yours are there, right there.
Talking, whispering.
Gladly I.
You sleep.
Gladly, i see.
I think. I remember. Cummings' lines come to my mind:
"(i do not know what it is about you that closes
and opens; only something in me understands
the voice of your eyes is deeper than all roses)
nobody, not even the rain, has such small hands..."
Then, my eyes close and yours are there, right there.
Talking, whispering.
Gladly I.
23.1.08
22.1.08
YA NO LA NECESITO
Una vez mi mamá se llevó a caminar a mi hijo a la pista universitaria. En esa época mi mamá iba a caminar ahí todas las tardes. Dos, tres vueltas. Al final de la segunda vuelta y a punto de iniciar la tercera mi hijo, de entonces seis años, le dijo: "Abuelita, esta vuelta yo ya no la necesito" y sin más, se detuvo. Mi mamá sonrió y le dijo: "Está bien". Caminaron al carro, se subieron y volvieron a casa.
Hoy a las casi ocho de la noche, después de una intensa charla sobre las hermanas y sus vidas, me he dicho, en voz bajita mientras lavo los trastes: "esta vuelta yo ya no la necesito". Y mi vuelta no es una vuelta, sino una novela. A lo mejor es mi justificación o mi respuesta a la pantalla que me mira y me dice escribe, a las hojas ya impresas que me dicen (re)léeme, y a quienes olímpicamente ignoro.
Quizá sea así de simple, esa novela ya no la necesito. Mi hermana apareció, llamó, escribió. Mi hermana ha vuelto a tener voz y forma. Mi hermana es su letra pegadita en un papel, es la voz de su hijo en el teléfono, es mi amiga de cabello rosado, es la memoria que se cuelga uno como arete. Mi hermana es la novela que un día escribí y no terminé.
No lo sé.
Quizá hoy, a las nueve, diez, once de la noche cambie de opinión y comience a escribir.
No lo sé.
Pero debe ser muy distinto escribir una novela por escribirla que escribir una novela por necesitarla. Muy.
Hoy a las casi ocho de la noche, después de una intensa charla sobre las hermanas y sus vidas, me he dicho, en voz bajita mientras lavo los trastes: "esta vuelta yo ya no la necesito". Y mi vuelta no es una vuelta, sino una novela. A lo mejor es mi justificación o mi respuesta a la pantalla que me mira y me dice escribe, a las hojas ya impresas que me dicen (re)léeme, y a quienes olímpicamente ignoro.
Quizá sea así de simple, esa novela ya no la necesito. Mi hermana apareció, llamó, escribió. Mi hermana ha vuelto a tener voz y forma. Mi hermana es su letra pegadita en un papel, es la voz de su hijo en el teléfono, es mi amiga de cabello rosado, es la memoria que se cuelga uno como arete. Mi hermana es la novela que un día escribí y no terminé.
No lo sé.
Quizá hoy, a las nueve, diez, once de la noche cambie de opinión y comience a escribir.
No lo sé.
Pero debe ser muy distinto escribir una novela por escribirla que escribir una novela por necesitarla. Muy.
TINTEROS ENCANTADOS
Así llamaba Joyce a las doce, trece, ¿catorce? casas en que vivió cuando era pequeño. Mudanza como resultado de la economía, la flaca economía. Eso, eso dice la biografía del irlandés, del novelista, del hombre más admirado por la descomposición de sus letras. Y es que hoy me llegó ese libro, viajó desde Monterrey y aterrizó en mis manos.
"Había una vez un hombre que iba por un camino en Dublín y se dio a sí mismo el nombre de Dédalo el Hechicero, constructor de laberintos y artífice de alas para Ícaro, que voló tan cerca del sol que se cayó, del mismo modo que el dublinés y apostólico James Joyce cayó en las profundidades de un mundo de palabras..."
Sí, así como las casas de la infancia de Joyce, las palabras de la biógrafa Edna O'Brien, son -también- tinteros encantados.
O'Brien, Edna. Joyce. España: Mondadori, 2001.
"Había una vez un hombre que iba por un camino en Dublín y se dio a sí mismo el nombre de Dédalo el Hechicero, constructor de laberintos y artífice de alas para Ícaro, que voló tan cerca del sol que se cayó, del mismo modo que el dublinés y apostólico James Joyce cayó en las profundidades de un mundo de palabras..."
Sí, así como las casas de la infancia de Joyce, las palabras de la biógrafa Edna O'Brien, son -también- tinteros encantados.
O'Brien, Edna. Joyce. España: Mondadori, 2001.
21.1.08
TEJEDORAS
Después de un microcurso matutino y después de una deliciosa comida en el Chat Noir, dirigimos nuestro sábado a la colonia 5 de mayo. Sillas en el porche, bebidas en el piso y al centro. Mi grupo de amigas (algo parecido al Club de Tobi pero con puras Lulús) (o Mafaldas) tejió y destejió. Unas de nosotras tejimos y/o destejimos literalmente ( o debería decir, estambradamente) y metafóricamente.
Las palabras y las anécdotas recorrieron escuelas, casas, familias, ciudades, exes, más exes, trabajo, hijos, futuro previsto e imprevisto. En el inter se inició y se terminó una bufanda y se inició, y probablemente nunca se termine, un algo circular color verde.
¿Qué tienen las reuniones de mujeres que la dejan a una con un entusiasmo envidiable? No lo sé y tampoco tengo ganas de averiguarlo. Pero ese sábado entre mocosa y ojerosa me reí como siempre he dicho que nunca me he reído.
Las palabras y las anécdotas recorrieron escuelas, casas, familias, ciudades, exes, más exes, trabajo, hijos, futuro previsto e imprevisto. En el inter se inició y se terminó una bufanda y se inició, y probablemente nunca se termine, un algo circular color verde.
¿Qué tienen las reuniones de mujeres que la dejan a una con un entusiasmo envidiable? No lo sé y tampoco tengo ganas de averiguarlo. Pero ese sábado entre mocosa y ojerosa me reí como siempre he dicho que nunca me he reído.
17.1.08
TODO INICIÓ CON LOS MEÑIQUES (rlto)
Todo inició con los meñiques. Escribía -o trataba de escribir- la palabra niña y no podía. Se quedaba en ni. Las últimas dos letras no aparecían, trataba de mover uno y otro, derecho y luego izquierdo y nada. Fue sólo -tras un breve pero intenso esfuerzo- que finalmente aparecieron, una y otra letra: la ñ y luego la a; y la escritora fue capaz de terminar el sustantivo que después acompañó por un verbo. Se detuvo -sólo un par de segundos- a mirar con seriedad sus meñiques. "¿Qué les pasa?" preguntó al aire, pero uno -un lector cualquiera- podría pensar que le preguntaba a ellos, a los dedos. Olvidó la situación tal y como olvida darle de comer al perro.
Continuó escribiendo.
Su relato, exigía que ella volviera a escribir la palabra, esa palabra. Titubeó, y en vez de niña, escribió niñña. Y ella -por supuesto- encontró encantadora la repetición de la letra. Las dos pequeñas ondas sobre la ene le ofrecían a la palabra "una dinámica preciosa", le diría después a su amiga. Permaneció un rato viendo la palabra, leyendo la palabra, diciendo la palabra. "¿Cómo se pronunciaría la doble eñe de existir la doble eñe?" anotó en su diario esa noche.
Pasaron unos días antes de que la escritora volviera a su relato. Cuando lo hizo descubrió -triste y dolorosamente- que ya no sólo la eñe y la a se le negaban. Luego, la s, la d, la l, la o... se le negaban. Sus palabras no tenían sentido porque -además- los pulgares también estaban en franca rebelión: la escritora, no podía dar espacios entre una y otra palabra y éstas perdían -cada vez más- el sentido.
Los dedos -sus dedos- mostraban todos la palabra rigidez. Las palmas le hormigueaban, la sangre corría helada por sus venas. Retiró sus manos del teclado como quien saca la charola de hielos del refrigerador. Las volteaba -hacia arriba, hacia abajo- y las observaba como una niña observa una muñeca fea.
"Una muñeca fea", se repetía la escritora infinitamente porque, claro, esa frase ya nunca podría scrbla.
Continuó escribiendo.
Su relato, exigía que ella volviera a escribir la palabra, esa palabra. Titubeó, y en vez de niña, escribió niñña. Y ella -por supuesto- encontró encantadora la repetición de la letra. Las dos pequeñas ondas sobre la ene le ofrecían a la palabra "una dinámica preciosa", le diría después a su amiga. Permaneció un rato viendo la palabra, leyendo la palabra, diciendo la palabra. "¿Cómo se pronunciaría la doble eñe de existir la doble eñe?" anotó en su diario esa noche.
Pasaron unos días antes de que la escritora volviera a su relato. Cuando lo hizo descubrió -triste y dolorosamente- que ya no sólo la eñe y la a se le negaban. Luego, la s, la d, la l, la o... se le negaban. Sus palabras no tenían sentido porque -además- los pulgares también estaban en franca rebelión: la escritora, no podía dar espacios entre una y otra palabra y éstas perdían -cada vez más- el sentido.
Los dedos -sus dedos- mostraban todos la palabra rigidez. Las palmas le hormigueaban, la sangre corría helada por sus venas. Retiró sus manos del teclado como quien saca la charola de hielos del refrigerador. Las volteaba -hacia arriba, hacia abajo- y las observaba como una niña observa una muñeca fea.
"Una muñeca fea", se repetía la escritora infinitamente porque, claro, esa frase ya nunca podría scrbla.
MIS CLASES, MI SEMESTRE
Mi semestre pinta bien. Tengo menos grupos y en un par de grupos menos alumnos que los de costumbre. Doy cinco diferentes materias y todas implican leer, escribir, discutir, pensar que son mis actividades favoritas en un aula(sí bueno, también calificar pero no quiero pensar en eso ahora). Tengo dos clases de literatura, una en prepa y una en profesional. Esta semana, los unos conocerán a Guy de Maupassant, los otros conocerán a Imre Kertész (¿ya mencioné que yo decido el material de lectura y que he hecho una lista que ya quisieran en Amazon?). En otra clase leeremos rebanadas de El laberinto de la soledad, en algún momento escucharemos a Café Tacuba y con suerte veremos alguna película de Del Toro. En las otras dos clases clase, mis alumnos leerán y leerán para escribir ensayos y reseñas. Sí, ya sé, lo malo será cuando comience la calificada, pero he salido del clóset: soy una workaholic.
Mi horario está muy mono también, tres días a la semana me convierto en la mamá que no he podido ser hasta ahora y dejo a mi hijo en su escuela; también, tengo diversos huequitos durante el día que aprovecho para acomodarme en mi silla, abajito del ventanal y leer tranquilamente. Ahorita, por ejemplo, interrumpí un cuento de Judy Budnitz para escribir que mis clases y mi semestre pintan bien, muy bien.
Mi horario está muy mono también, tres días a la semana me convierto en la mamá que no he podido ser hasta ahora y dejo a mi hijo en su escuela; también, tengo diversos huequitos durante el día que aprovecho para acomodarme en mi silla, abajito del ventanal y leer tranquilamente. Ahorita, por ejemplo, interrumpí un cuento de Judy Budnitz para escribir que mis clases y mi semestre pintan bien, muy bien.
16.1.08
AQUÍ (relato de miércoles)
Cuando llegó tu carta, David la leyó para todos nosotros en voz baja. Cada palabra, cada oración, cada pausa tenía implícito un tiempo, un espacio, un algo difícil de desentrañar. Cuando terminó de leer, ninguno de nosotros se atrevió a levantar la cabeza, a cruzar miradas, a comentar algo. Ninguno emitió siquiera un suspiro. Cuando David dobló la carta, nosotros, las razones.
Dejamos la sala de estar uno por uno, de puntillas casi. A la casa la devoraba el silencio de siempre y sin embargo, no era el silencio de siempre. Era otro. Uno nuevo. Un silencio que no podría describir. Un silencio que hubiera desarmado a cualquiera.
Pasamos el resto del día con las manos en distintas labores. La mente, la mente estaba en otra parte. ¿El silencio? Ese se quedó aquí. Vive con nosotros desde que te fuiste. Aquí, mamá, todo es silencio.
Aquí no se habla de ti.
No.
Eso dice él. Siempre. Golpea la mesa si alguien te menciona, se levanta y repite: “Aquí no se habla de ella porque ella simplemente ya no está, ya no es. No existe”. Y se marcha. Lo siento pero nadie, ninguno de tus hijos, nos atrevemos a decirle que sí, que existes, en otro lugar, pero que existes y eres. Nadie, ni yo, se atreve a sentir en voz alta que sigues siendo parte de nosotros. Nadie, nunca, le habla de tus cartas.
Aquí, te digo, todo es silencio.
Aquí no se habla de ti. Tu imagen se borró del álbum familiar. Tu clóset terminó de vaciarse. Tu rastro, ni polvo. Tu silueta desapareció como desaparece lo que más amamos: implacablemente. Para ti también desaparecimos. Admítelo. Vivimos en el abandono. Somos tu abandono. Somos lo que no cupo en tu maleta, lo que no tenía lugar en tu futuro. Somos, nada más, figuras borrosas en tu memoria. Las pocas palabras que envías cada muchos meses. Has olvidado nuestros cumpleaños, nuestros lunares. Nos has olvidado y lo sabemos.
No nos queda nada sino recrearte. Aquí, en el dibujo infinito del mosaico.
Dejamos la sala de estar uno por uno, de puntillas casi. A la casa la devoraba el silencio de siempre y sin embargo, no era el silencio de siempre. Era otro. Uno nuevo. Un silencio que no podría describir. Un silencio que hubiera desarmado a cualquiera.
Pasamos el resto del día con las manos en distintas labores. La mente, la mente estaba en otra parte. ¿El silencio? Ese se quedó aquí. Vive con nosotros desde que te fuiste. Aquí, mamá, todo es silencio.
Aquí no se habla de ti.
No.
Eso dice él. Siempre. Golpea la mesa si alguien te menciona, se levanta y repite: “Aquí no se habla de ella porque ella simplemente ya no está, ya no es. No existe”. Y se marcha. Lo siento pero nadie, ninguno de tus hijos, nos atrevemos a decirle que sí, que existes, en otro lugar, pero que existes y eres. Nadie, ni yo, se atreve a sentir en voz alta que sigues siendo parte de nosotros. Nadie, nunca, le habla de tus cartas.
Aquí, te digo, todo es silencio.
Aquí no se habla de ti. Tu imagen se borró del álbum familiar. Tu clóset terminó de vaciarse. Tu rastro, ni polvo. Tu silueta desapareció como desaparece lo que más amamos: implacablemente. Para ti también desaparecimos. Admítelo. Vivimos en el abandono. Somos tu abandono. Somos lo que no cupo en tu maleta, lo que no tenía lugar en tu futuro. Somos, nada más, figuras borrosas en tu memoria. Las pocas palabras que envías cada muchos meses. Has olvidado nuestros cumpleaños, nuestros lunares. Nos has olvidado y lo sabemos.
No nos queda nada sino recrearte. Aquí, en el dibujo infinito del mosaico.
15.1.08
NOS ACUCIA EL PASADO
Tengo en mis manos El oficio: un escritor, sus colegas y sus obras de Philip Roth, un delicioso libro en el cual el autor conversa con otros autores, y traza a puño y letra el sendero de sus vidas y sus escrituras; no es de sorprender que Roth inicie este volumen charlando con Primo Levi, continúe con Kundera, toque la voz de Edna O'Brien y cierre con Saul Bellow pasando antes por Mary McCarthy y por Bruno Schulz.
De entre todo lo rico que se encuentra en este libro me quedo con lo que la irlandesísima Edna O'Brien dice. Roth (en referencia a las experiencias personales de la autora) le pregunta:
- ¿Cree usted que seguir preocupándose por cosas así tiene algo que ver con la condición de escritor?
Y ella, inteligentemente, dice:
-Por supuesto. Es el precio de ser escritor. Nos acucia el pasado: el dolor, las sensaciones, los recuerdos, todo. Estoy convencida de que ese aferrarse al pasado es un fanático, casi desesperado deseo de reinventarlo, para poder modificarlo. Los médicos, los abogados y demás ciudadanos estables, no padecen de una memoria persistente. A su modo, quizá estén tan perturbados como usted y como yo, sólo que no lo saben. No andan escarbando.
¿Ven? Nos acucia el pasado.
Roth, Philip. El oficio: un escritor, sus colegas y sus obras. Barcelona: Seix Barral, 2003.
De entre todo lo rico que se encuentra en este libro me quedo con lo que la irlandesísima Edna O'Brien dice. Roth (en referencia a las experiencias personales de la autora) le pregunta:
- ¿Cree usted que seguir preocupándose por cosas así tiene algo que ver con la condición de escritor?
Y ella, inteligentemente, dice:
-Por supuesto. Es el precio de ser escritor. Nos acucia el pasado: el dolor, las sensaciones, los recuerdos, todo. Estoy convencida de que ese aferrarse al pasado es un fanático, casi desesperado deseo de reinventarlo, para poder modificarlo. Los médicos, los abogados y demás ciudadanos estables, no padecen de una memoria persistente. A su modo, quizá estén tan perturbados como usted y como yo, sólo que no lo saben. No andan escarbando.
¿Ven? Nos acucia el pasado.
Roth, Philip. El oficio: un escritor, sus colegas y sus obras. Barcelona: Seix Barral, 2003.
14.1.08
YA, PUES
Entró enero y yo le entré a los últimos toques de un librillo que se va a audicionar lejoslejos. Si tiene suerte, se publica. Si no tiene suerte que se agarren el Víctor, la Natalia y nosécuántosmás porque ya estuvo bueno de ausencia y a ese libro ya le toca su debut. Cuando imprimí la versión final tuve un breve blues y me pregunté ¿ahora qué?; tenía mi manita en la frente como la drama queen que puedo ser y mi cara de "yanotengonadaquéhacer". Luego, mi otro yo (como si no fuera suficiente tener ya un yo como yo) me dijo: no te hagas, bien que sabes qué, bien que sabes que el ahora qué es esa novela que te has dedicado a postergar.
Ustedes entienden, la novela de yasabenquién. La novela que ni ustedes ni yo sabemos por qué tengo que escribir pero que ustedes y yo sabemos que tengo que escribir.
Mi argumento del año pasado era: "la novela tiene que descansar de mí y yo de ella", y ustedes lo aceptaban, acuérdense: asentían y confortaban. Pero ustedes y yo sabemos que este año ya no puedo seguir con el mismo argumento. Yo, tengo que escribir, antes de que la vida se me comience a olvidar (manita en la frente, puchero de drama queen). Tengo que escribir porque tengo mucho que escribir. Tengo que escribir porque ya tengo qué escribir.
Así : ya pues.
Ustedes entienden, la novela de yasabenquién. La novela que ni ustedes ni yo sabemos por qué tengo que escribir pero que ustedes y yo sabemos que tengo que escribir.
Mi argumento del año pasado era: "la novela tiene que descansar de mí y yo de ella", y ustedes lo aceptaban, acuérdense: asentían y confortaban. Pero ustedes y yo sabemos que este año ya no puedo seguir con el mismo argumento. Yo, tengo que escribir, antes de que la vida se me comience a olvidar (manita en la frente, puchero de drama queen). Tengo que escribir porque tengo mucho que escribir. Tengo que escribir porque ya tengo qué escribir.
Así : ya pues.
UNA NO HABLA DE ESTO (notas sobre la susodicha novela)
"Soliloquios, diálogos, epístolas, son el vehículo del lenguaje de Una no habla de esto. La narrativa de Sylvia Aguilar Zéleny da testimonio del ejercicio diario de medir el tiempo a través de las incidencias de sustancias químicas en el cuerpo, la compulsión de contar los años que se envejece, la tendencia neurótica de la sociedad contemporánea al cambio. Una novela que se construye en una ciudad transitada por millones pero sólo habitada por el individuo.
Una no habla de esto explora los estratos poéticos de los textos urbanos –boletos de avión, por ejemplo- y los acomoda en el rompecabezas de una tradición literaria que tiene lo lozano de Óscar Wilde, Pablo Neruda y Banana Yoshimoto; mientras se tira a la cama a escuchar a David Bowie, Pixies o Radiohead. Estas correspondencias, conversan con el existencialismo precoz de Sylvia, el personaje de este divertido relato que transgrede la monocromía de un género literario establecido, y que mezcla poema y relato; el acto de hablar, con la práctica cotidiana del silencio".
Xitlálitl Rodríguez
Una no habla de esto explora los estratos poéticos de los textos urbanos –boletos de avión, por ejemplo- y los acomoda en el rompecabezas de una tradición literaria que tiene lo lozano de Óscar Wilde, Pablo Neruda y Banana Yoshimoto; mientras se tira a la cama a escuchar a David Bowie, Pixies o Radiohead. Estas correspondencias, conversan con el existencialismo precoz de Sylvia, el personaje de este divertido relato que transgrede la monocromía de un género literario establecido, y que mezcla poema y relato; el acto de hablar, con la práctica cotidiana del silencio".
Xitlálitl Rodríguez
9.1.08
UNA PRESENTARÁ ESTO
Hela aquí.
La despeinada y suertuda novela ya tiene padrinos y madrinas. Se avizoran dos presentaciones ya. Una organizada por el IMCA donde contaré con los comentarios de la que ya dijo que sí y no se puede rajar: Josefa Isabel Rojas. La otra será en mi segundo hogar: la biblioteca del ITESM, donde estará -también inrajable-
Leticia Espriella. Abran agendas entre febrero y marzo.
8.1.08
RAT(ATOUILLE) OF MY OWN
No sé ustedes, pero yo tengo mi propia Ratatouille. Una personita dulce (pero no peluda) que cuida de mí. Se me trepa cuando es necesario corregir el camino, me jala del cabello suavemente y me dice por aquí, por acá, esto sí, esto no.
No, no me enseña a cocinar pero sí me dice qué condimentos, qué ingredientes y qué formas son necesarias para que las cosas salgan bien. También me dice qué condimentos, qué ingredientes y qué formas son necesarias cuando las cosas se joden. Digo, porque hay veces que las cosas así, se joden. Pero hay forma de que se sientan cada vez menos hasta que al final sólo quede un rumor.
Mi Ratatouille me hace reír, me hace conversar y se hace escuchar: ya sea en una ventanita de la compu, en el teléfono o en mensajes de celular. Se hace presente. Mi Ratatouille me corta el cabello, me ayuda con mi tinte y me dice qué sombras quedan más a mis ojos. Mi Ratatouille tiene una casa de colores y un jardín bello, un hijo de casi tres años y mucha, mucha habilidad para hacerme reír.
Yo, quisiera ser su Campanita, pero no tengo las piernas ni los muslos necesarios para el trajecito; a lo mucho, creo que soy su Pepe Grillo, pero un buen Pepe Grillo, ¡eso sí!
7.1.08
JUNTITIS (artículo inédito para Revista Médica)
¿Qué es la juntitis?La juntitis es una inflamación del dispositivo júntico, que es la parte gris de toda organización.
¿Cuáles son las causas más frecuentes de la juntitis?Las causas más frecuentes son los inicios y fines de ciclo aunque otra causa muy frecuente es la obsesión. Se dice que también puede surgir como resultado de alguna irritación dentro de la organización misma.
¿Cuáles son los hallazgos más frecuentes de la conjuntivitis?
El hallazgo más frecuente es que la juntitis causa agotamiento, dolor de espalda y de muñecas (derecha o izquierda), enrojecimiento en los bordes de los ojos. Se acompaña de sueño y en algunos casos de babeo durante el mismo.
¿Cómo puede curarse la juntitis? Para la juntitis, no hay una cura única debido a su imprevisibilidad; sin embargo, se sugiere que el paciente ingiera grandes dosis de café o de chicles, haga listas mentales sobre pendientes personales y pula sus uñas mientras el padecimiento se presenta.
¿Cuáles son las causas más frecuentes de la juntitis?Las causas más frecuentes son los inicios y fines de ciclo aunque otra causa muy frecuente es la obsesión. Se dice que también puede surgir como resultado de alguna irritación dentro de la organización misma.
¿Cuáles son los hallazgos más frecuentes de la conjuntivitis?
El hallazgo más frecuente es que la juntitis causa agotamiento, dolor de espalda y de muñecas (derecha o izquierda), enrojecimiento en los bordes de los ojos. Se acompaña de sueño y en algunos casos de babeo durante el mismo.
¿Cómo puede curarse la juntitis? Para la juntitis, no hay una cura única debido a su imprevisibilidad; sin embargo, se sugiere que el paciente ingiera grandes dosis de café o de chicles, haga listas mentales sobre pendientes personales y pula sus uñas mientras el padecimiento se presenta.
EL MORRO
Es un bull, un bull blanco. Es grande, fuerte. Apenas un cachorro. Impregnaba la casa del ajusco de gusto, de cariño, de calidez. Sus grandes patas sobre las piernas de su dueño. Su caminar lento y pesado. Gracioso.
Se lo llevaron, entraron, rompieron la malla ciclónica y se lo llevaron. El dueño me ha llamado y me lo ha dicho. Para él, el morro no era un perro nada más. Era su pequeño, su más pequeño. Sabe que yo lo entiendo y por eso me lo dice. Sin embargo, no encuentro palabras, mis palabras son un remedo.
Cuelgo, le digo a mi hijo: se robaron al morro. Y su cara me dice que él, que él también entiende qué es lo que se robaron junto con el perro.
Se lo llevaron, entraron, rompieron la malla ciclónica y se lo llevaron. El dueño me ha llamado y me lo ha dicho. Para él, el morro no era un perro nada más. Era su pequeño, su más pequeño. Sabe que yo lo entiendo y por eso me lo dice. Sin embargo, no encuentro palabras, mis palabras son un remedo.
Cuelgo, le digo a mi hijo: se robaron al morro. Y su cara me dice que él, que él también entiende qué es lo que se robaron junto con el perro.
6.1.08
SENCILLEZ Y REGULARIDAD
En las mañanas una se levanta quitándose la maraña de sueños y pesadillas, deja la cama, camina por la casa, manda un mensaje, vuelve a la cama, toma un libro y lee: "Our life was ordered with great simplicity and regularity..." y entiende. Todo lo que creía entender y que en realidad no entendía de la vida que estaba ordenada con gran simpleza y regularidad se vuelve valioso y entrañable, extrañable.
Creo que pocos en este mundo ven a la sencillez y a la regularidad como algo exquisito. Yo, recién aprendo eso. Esta mañana, lo aprendí, creo. Y bueno, no lo aprendí en los dos años que están por cumplirse, pero lo aprendí. (El conocimiento tardío y sus consecuencias, sería una buena tesis, anótalo para el posgrado).Yo me quedo con eso, lo guardo en la mano como esa moneda que te encuentras en la calle y a quien llamas moneda de la suerte. La tomas, a la moneda, y la aprietas en tu puño como si así. Como si la suerte y la fortuna pudieran.
En mi puño no hay moneda de la suerte, sólo la memoria de una vida con sencillez y regularidad. Y de eso, de eso también se hace la vida.
La línea, por cierto, viene de un libro de Virginia Woolf que se llama Moments of being y el texto en particular se llama Reminiscencias, la autora encuentra una voz y desde o a ella ella narra su vida familiar; sí, ya lo sé, todos los caminos me llevan a Woolf.
Creo que pocos en este mundo ven a la sencillez y a la regularidad como algo exquisito. Yo, recién aprendo eso. Esta mañana, lo aprendí, creo. Y bueno, no lo aprendí en los dos años que están por cumplirse, pero lo aprendí. (El conocimiento tardío y sus consecuencias, sería una buena tesis, anótalo para el posgrado).Yo me quedo con eso, lo guardo en la mano como esa moneda que te encuentras en la calle y a quien llamas moneda de la suerte. La tomas, a la moneda, y la aprietas en tu puño como si así. Como si la suerte y la fortuna pudieran.
En mi puño no hay moneda de la suerte, sólo la memoria de una vida con sencillez y regularidad. Y de eso, de eso también se hace la vida.
La línea, por cierto, viene de un libro de Virginia Woolf que se llama Moments of being y el texto en particular se llama Reminiscencias, la autora encuentra una voz y desde o a ella ella narra su vida familiar; sí, ya lo sé, todos los caminos me llevan a Woolf.
4.1.08
HOY
Hoy somos fruto de temblor
toque de queda
submarino silencio.
Guadalupe Villaseñor, Ramal de viento
toque de queda
submarino silencio.
Guadalupe Villaseñor, Ramal de viento
PRESENTE PERFECTO
He amado a una mujer, he vivido - por días enteros – en el espacio claro de su vientre, he naufragado en su cuello. He recorrido la distancia que hay entre su frente y sus tobillos. He cruzado la línea oscura que esconden sus muslos. He creído - más de una vez - que no hay nada comparable con el placer de horadarla.
He besado a una mujer como instinto de supervivencia, como quien sale del mar buscando la bocanada que le devolverá la vida. He besado como si nunca antes lo hubiera hecho.
Pero, también, he golpeado a una mujer.
He golpeado a una mujer porque no he sabido qué más hacer para detener su paso, su prisa, su risa. He fracturado el cuerpo que busco - necio - al final y al principio del día. He limpiado - con mi lengua - la sangre de sus comisuras. He curado las marcas de mis puños sobre su piel.
Yo, he caído - vencido - ante una mujer que duerme con el miedo de amanecer en mis brazos.
He besado a una mujer como instinto de supervivencia, como quien sale del mar buscando la bocanada que le devolverá la vida. He besado como si nunca antes lo hubiera hecho.
Pero, también, he golpeado a una mujer.
He golpeado a una mujer porque no he sabido qué más hacer para detener su paso, su prisa, su risa. He fracturado el cuerpo que busco - necio - al final y al principio del día. He limpiado - con mi lengua - la sangre de sus comisuras. He curado las marcas de mis puños sobre su piel.
Yo, he caído - vencido - ante una mujer que duerme con el miedo de amanecer en mis brazos.
3.1.08
SADNESS FOR THE PAPER BAG
Driving in the rain, I see a crumpled brown thing ahead in the middle of the road. I think it is an animal. I feel sadness for it and for all the animals I have been seen in the road and by the edge of the road. When I come closer, I find that it is not an animal but a paper bag. Then, there is a moment when my sadness from before is still there along with the paper bag, so that I appear to feel sadness for the paper bag.
Lydia Davis, Almost no memory.
Lydia Davis, Almost no memory.
¿QUÉ SIGUE?
1. Felicitar tardíamente a las cumpleañeras navideñas: la Myri y la Pedroza.
2. Felicitar tardíamente a las cumpleañeras de año nuevo: la Marian y la Espriella.
3. Visitar a la francesa y a la alemana y compartir los highlights de las vacaciones, del viaje, de los días sin hacer nada y las series de televisión que vimos y que veremos.
4. Ver una vez más el precioso horario de este semestre.
5. Planear la llegada de Giuliana que viene desde Columbia University a trabajar unos días por acá y que será mi huésped favorita de enero.
6. Trabajar en los detalles de ese cuentario que frunce el cejo por mi ausencia.
7. Ver una vez más los dos libros de Davis y de Nelson que me esperaban sonrientitos en mi escritorio. Decidir cuál leeré primero.
8. Contar las horas para volver a casa y terminar la segunda temporada de mi cojo favorito.
2. Felicitar tardíamente a las cumpleañeras de año nuevo: la Marian y la Espriella.
3. Visitar a la francesa y a la alemana y compartir los highlights de las vacaciones, del viaje, de los días sin hacer nada y las series de televisión que vimos y que veremos.
4. Ver una vez más el precioso horario de este semestre.
5. Planear la llegada de Giuliana que viene desde Columbia University a trabajar unos días por acá y que será mi huésped favorita de enero.
6. Trabajar en los detalles de ese cuentario que frunce el cejo por mi ausencia.
7. Ver una vez más los dos libros de Davis y de Nelson que me esperaban sonrientitos en mi escritorio. Decidir cuál leeré primero.
8. Contar las horas para volver a casa y terminar la segunda temporada de mi cojo favorito.
2.1.08
INICIÉ EL AÑO
En cama, home alone, control remoto en mano y en el televisor la segunda temporada de nuestro cojo favorito. Con Gregory House los abrazos de año nuevo y las visitas de buenos deseos y de propósitos pasan para el día dos, tres o cuatro de enero, sorry eso a mí no se me da. Me dediqué a disfrutar los diversos rincones de mi cama, todas las almohadas y a no pensar ni en el doscerocerosiete ni en el dosceroceroocho, hay tiempo para eso.
Felizyasabenqué.
Felizyasabenqué.
Suscribirse a:
Entradas (Atom)