11.6.07

SANTA EVITA


Sigo leyendo como enajenada. Un libro tras otro, con la prisa de quien ha estado confinada a textos académicos en los últimos tres años. Leo con gusto, por diversión, incluso por morbo, ¿qué otra cosa me llevaría a tomar de ese estante Santa Evita?, considerando además que desde que se convirtió en un hit parade lo tomé tan best-seller como El codigo da vinci.

Lo que yo creí que sería una novelita más sobre una figura famosa más se convirtió en una novela que se sabe novela, en una novela que es historia y es testimonio y es reflexión y es angustia, la angustia de quien escribe, la angustia de quien sabe que sus fuentes son de confianza tan dudosa como "también lo son la realidad y el lenguaje", la angustia de quien parte con la certeza de que "todo relato es, por definición, infiel" y de que la realidad "no se puede contar ni repetir".

Quien se asoma a Santa Evita, se asoma al mundo de la novela. Tomás Eloy Martínez hace lo único que puede hacer con la realidad, hace lo único que se puede hacer con Evita: inventarla de nuevo. Parte de documentos, cortos, charlas con el peluquero, notas del embalsamador. Parte de sí. Una historia que es falsa y verdadera, con personajes que son falsos y verdaderos sobre una mujer que era falsa y verdadera. Esta novela es tanto la novela sobre Evita como la novela sobre Tomás Eloy Martínez escribiendo sobre Evita, ¿de qué otra forma se podría narrar la historia de la mujer más amada y odiada de argentina?

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