8.1.06

COPOS DE NIEVE (relato para L.D.)

Madre decía que las personas son como los copos de nieve: ninguno se parece a otro, todos son diferentes. Lo repetía cada vez que nevaba. Nadie la escuchaba, excepto yo. Al primer asomo de nevada, declaraba al gran ventanal como mío. Pasaba horas enteras observando la caída de los copos de nieve, buscando todas las formas que cada uno podía tener. Trataba, incansable, de encontrar cómo es que eran diferentes los unos de los otros. Quería comprobar que ninguno se parecía a otro.

Años más tarde, cambié el ventanal por la intemperie. Arropada con abrigo y guantes, ocupaba el centro del jardín. Dirigía mi rostro al cielo, a los copos. Creía que dejarlos caer en mi rostro, sentir su huella en mis mejillas me permitiría conocer su forma. Sus formas. Pero no, no había modo de saber cómo era cada copo. Y sin embargo cada invierno salía a sentirlos copos en mi piel. Sí, era un ejercicio fallido, una búsqueda sin victoria.

Ahora que lo pienso, esos copos eran como los últimos besos que tú depositarías en mis labios: todos, provenientes del frío. Todos ininteligibles. Completamente diferentes a los míos.

Madre tenía razón, los copos son como las personas.

1 comentario:

omar dijo...

nice!!