1.12.04

TRATAMIENTO

Ayer en punto de las seis treinta de la tarde comencé un tratamiento que aún no sé cuánto durará. Fue doloroso, al menos ligeramente, mi cuerpo entero reaccionó. Y aunque no me sentía triste-triste era sorprendente ver cómo las lágrimas se me escurrían. Eran de esas lágrimas que uno quiere quitarse de encima sólo por pena, como si todo fuera una simple exageración de nuestra sensibilidad.

Alguien, hace poco, me dijo que a veces para curarse es necesario sufrir y llorar. Nada de porras ni apapachos. No importa si él tenía o no razón. Mis lágrimas, mi dolor nada tenían qué ver con sus palabras sino con el inicio de un tratamiento que, para mí, significa un poco la libertad y ligereza que mi cuerpo necesita.

Como dice el Victorio, en este mundo nadie está completo.

7 comentarios:

Anónimo dijo...

Temamos al dolor no a la muerte.

sylvíssima dijo...

¿y los que le tememos al temor?

Manuel dijo...

Pos chinguenZen!

Anónimo dijo...

Los que le temen al temor no sé qué diablos hacen en este desesperanzado mundo!

sylvíssima dijo...

Ya entendí, estamos aquí precisamente para eso, para tumbarnos el rollo, ¿no? Para darnos cuenta de que no hay tal (temor). Y por eso algunos tomamos tratamientos con la certeza de que no-pasa-nada!

Anónimo dijo...

Yo diría más bien que sí pasan muchas cosas y bastante agrias, pero como que uno se siente un poco menos jodido cuando se da cuenta que no hay remedio o me equivoco?

Anónimo dijo...

cuando le temes al dolor le temes a sufrir al estarle temiendo al temor ya estas sufriendo, lo cual se me hace tonto. solo trata de vivir pasando momento a momento haciendo que entre la constante evolucion la que hace que te des cuenta de lo estupido de ese temor.