11.12.04

(todos somos) PEREGRINOS

Avanzo sobre la carretera, voy hacia un punto desconocido, la cuna de no sé qué. Realmente no importa porque ahí por la carretera hay un paisaje de árboles con el verdor de años y años de existencia, un lienzo de valles, de volcanes que se adivinan bajo la sombra de las nubes, de la neblina, de la contaminación. Ahí están. Yo lo sé.

También, ahí, del otro lado de la carretera están ellos. Los peregrinos. Caravanas de hombres, mujeres y niños con imágenes de la Virgen de Guadalupe al hombro. Sonríen mientras avanzan. Son tantos, imposible contarlos. Tambien hay camionetas, camiones enormes que cargan familias y familias. Ellos, todos ellos, han iniciado su peregrinación con anticipación. Van a buscar el mejor lugar, allá en la Villa para cantarle las mañanitas a la virgen este domingo. Para dejar en manos de ella sus sueños, sus esperanzas, sus deseos de salud, dinero. Quizás hasta de amor.

Nunca había visto algo así.

Llegamos a nuestro destino. Tlaxcala. Tlaxcala con su historia, Tlaxcala que nos envuelve con la historia de sus paredes, con el relato de sus personas. La gente ahí camina sin prisa, sonríe, da instrucciones con la mayor amabilidad. Peregrinos, también, peregrinos que reciben las visitas de ese o cual santo y en su honor alimentan al que llegue, feligreses que celebran rigurosamente las nueve posadas y dan el 24 de diciembre un aguinaldo de cacahuates y frutas a los... no importa. El punto es que ellos también peregrinan, día con día en un terreno de subidas y bajadas y se entregan fieles a un destino religioso.

De regreso, el número de peregrinos en la carretera aumenta. Mi curiosidad también. Que los empuja,que los hace avanzar bajo el frío, la intemperie y la distancia. Qué los hace ir cantando, cargando nosequé bajo la espalda? Sus sueños, sus esperanzas, sus deseos.

Pienso en los míos, en el peregrinar que he iniciado hace años. En las caídas, en las subidas, en los trayectos planos y llanos que alguna vez he recorrido. No sé si me mueve la fe, pero en tal caso mi fé no es la misma de ellos. No cargo ningún estandarte, no realizo mi peregrinaje bajo una promesa a la Virgen. Soy un peregrino porque, simplemente, todos somos peregrinos.

Cerré el día peregrinando de vuelta a esta ciudad tan compleja, tan llena de los sueños que muchos depositan en ella al venir acá. No dejo de pensar en el camino recorrido. En la imposibilidad, que a veces tengo, de entender el futuro que de todos modos se adivina presente.

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