10.7.08

EL CARRO DE BRECHT


Gracias a un documental sobre Bertolt Brecht me enteré de que una vez entró a un concurso de noséqué (lo siento me perdí cachitos) organizado por una compañía de autos. Ganó y se ganó, por supuesto, un auto. Brecht no tenía auto y le cayó de perlas (aunque pensando en el estilo de Brecht quizás él no hubiera usado la frase "cayó de perlas") (pero lo siento, no sé qué frase hubiera utilizado Brecht). El caso es que en una borrachera (o algo así) Brecht y su auto se dieron en la puritita madre coraje y el carro quedó hecho giras pero a Brecht no le pasó absolutamente nada (bendito sea, imagínense si se nos hubiera ido antes de tiempo, qué teatro tendríamos a estas alturas).

Anyway.

Brecht se sintió bastante aliviado por no morir en el accidente y pensaba que en cierto modo el carro le había salvado la vida. Y lo escribió. Lo publicó. Brecht públicamente dijo que ese auto y su buena manufactura le habían salvado la vida.

Y a Brecht, la compañía, le regaló OTRO auto. ¡OTRO! (que ya no chocó).

Hoy venía en la carretera y una piedrita golpeó mi parabrisas, una más (he cambiado de parabrisas por accidentes así unas tres veces ya) y después del clack de la piedrita me quedé pensando en que en definitiva soy una escritora no de segunda, sino de tercera, pues si a mí se me hubiera ocurrido escribir algo desde el primer accidente en mi parabrisas hoy tendría un carro nuevo con parabrisas irrompible.

1 comentario:

la natalia dijo...

jajaj
y más jajaja...
en efecto mi querido watson