22.8.06

PROSA SELECTA


Anoche finalmente pude sentarme en la orilla de mi cama, bajo la lámpara y con un té en mano a leer mi nuevo libro de Alejandra Pizarnik: la prosa selecta. Con Pizarnik me pasa un poco como con la Plath, me pregunto cosas que no tienen respuesta. Leo los primeros relatos y encuentro las huellas de la poeta en una narradora portentosa. Una narradora de pánico. Subrayo unas cuantas líneas y cierro mi libro antes de la página veinte. Busco entre mis papeles el poema ese que Olga Orozco le escribió. No lo encuentro.

Esta mañana, lo encuentro: Homenaje de Olga Orozco, Pavana del Hoy para una infanta difunta que amo y lloro...

Pequeña centinela,
caes una vez más por la ranura de la noche
sin más armas que los ojos abiertos y el terror
contra los invasores insolubles en el papel en blanco.
Ellos eran legión.
Legión encarnizada era su nombre
y se multiplicaban a medida que tú te destejías hasta el último hilván,
arrinconándote contra las telarañas voraces de la nada.


En sus diarios Alejandra Pizarnik constantemente admitía su imposibilidad hacia la narrativa, esa devoradora de tiempo y ganas, se sentía quizás sin más armas que sus ojos, aterrorizada. Tendría sus razones. Yo no las encuentro, una lee su prosa y se aterroriza por lo que hay y lo que no hay en ella. Y de pronto la pequeña centinela que cae en la ranura de la noche, es una, una misma.

1 comentario:

Sandra Becerril dijo...

trataré de conseguir el libro...

saludos