28.2.06

EL TAMAÑO DEL NUDO (relato)

Espero que llegues. Espero nuestro turno. Espero que esta cita resuelva, nos resuelva. Esto debe tener solución. Quiero que tenga solución. Porque te quiero y tú lo sabes. Te lo he repetido tantas veces. Me lo has preguntado tantas veces.

Nunca había estado en uno de estos consultorios. Cuando Maggie me dijo lo bien que le había caído a su relación con Rubén charlar con un terapeuta, no hice sino tratar de convencerte. Tomó tiempo.

Espero que llegues. Espero nuestro turno. Tomo una revista, la hojeo. Paso las hojas como he pasado los últimos dos años contigo: casi sin ver. Me topo con un artículo: “El tamaño del nudo”, no sé por qué pero el título me gusta. Comienzo a leer.

“En Italia, alrededor del siglo XV uno de los deportes favoritos de la gente eran las peleas con cuerda. Éste consistía en amarrar a dos luchadores con una cuerda gruesa. Ya dentro de la cuerda, los competidores para se golpeaban el uno al otro. La gente vitoreaba y aplaudía a su favorito. Sin embargo éste era un deporte extremo pues con frecuencia la muerte de uno de los contricantes era el resultado de esta curiosa lucha. Esto resulta obvio si contemplamos que aquel que comenzaba a sentirse vencido no podía escapar a los golpes pues quien se presentía vencedor no bajaba la defensiva; llevaba su rudeza hasta las últimas consecuencias. Llama la atención el reconocimiento al ganador, se le otorgaba la cuerda que lo amarraba y éste hacía un nudo en ella; como muestra de su victoria el sobreviviente de la lucha caminaba por las calles balanceando su cuerda y amedrentando a la gente a su alrededor...”

No he podido continuar la lectura. Me detengo. Observo a mi alrededor. Mis manos tiemblan. Decido salir de ahí. Como puedo, te mando un mensaje a tu teléfono y te digo que me siento indispuesta, que dejemos la cita para otro día. “Por supuesto”, me contestas. Me subo al auto y conduzco a casa. Tengo un nudo en la garganta. Mientras avanzo por las avenidas, esas imágenes avanzan en mi mente, es como si las hubiera visto en una película en blanco y negro. Cierro los ojos y ahí están: los rostros , los gritos y aplausos, el grosor de la cuerda, la frecuencia y dureza exacta de los golpes. El tamaño del nudo. Todo me habita. La sensación no tiene unos minutos dentro de mí. Tiene dos años. Dos y dos costillas rotas exactamente.

Un semáforo en rojo detiene mi prisa. Rompo en llanto. No puedo sino pensar en este otro tipo peleas, en las que uno ya no entiende por qué participa. Peleas que sin cuerda y sin público, terminarán irreversiblemente con uno de los dos. Abro los ojos y observo a uno, a muchos vencedores que, también en la calle, bambolean invisibles cuerda y nudo frente a los demás.

Amedrentando sin hacerlo.

Espero que llegue el verde. Espero mi turno. Pero mientras, bservo el tamaño del nudo.

1 comentario:

Nomada dijo...

Hola:
Sólo para dejar un saludo, y una sincera felicitación: Tu blog está muy bueno.