18.8.09

CUANDO LOS HIJOS (adoptivos) SE VAN


Ayer Dako hizo su visita trimestral. No nos veíamos desde marzo, abril ¿o fue en mayo? Estuvo una hora en mi oficina. Se veía distinto, no sé qué era. Me platicaba de su trabajo y de lo que se siente gastarse el sueldo en loqueledalagana y yo trataba de acordarme en qué momento comenzó a tutearme (aunque lo más probable es que siempre me haya tuteado) y en qué momento esto era más amistad que relación maestro-alumno (si es que alguna vez fue relación maestro-alumno). Con él hablo de libros extraños, de arte, de cocina, de videojuegos, de anime, de la escuela, de la tele. Es decir: de todo. Me ha ayudado a resolver ecuaciones tecnológicas más de una vez. Me pregunto en qué le he ayudado yo. Cuando ha estado en mis aulas hace dos cosas en especial: participa o cabecea (lo primero sé que es porque le interesa la clase, lo segundo no es culpa de la clase sino porque vive más de noche que de día así que nunca me lo tomé personal, además despertarlo es mi deporte favorito) (una vez tomó una siesta de 3 minutos antes de comenzar un examen).

Entramos juntos a la prepa (él como alumno, yo como maestra) y cuando menos lo pensé se convirtió en adulto. Ayer me dijo que ha organizado todo para graduarse en diciembre. Me cayó como bomba: se va. Terminó. C'est finis. Game over.

¿Lo voy a extrañar? Sí y mucho.
Y ahora, ¿quién va a actualizarme de todo lo inimaginable?
No-lo-sé y me aterra: no encuentro aún alumnos-amigos de su calibre. (Ya no los hacen así).


La foto, por supuesto, es de él.

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