29.3.06

NO NOS GUSTA LASTIMAR

El combate siempre dura unos cuantos segundos. Se termina cuando uno de los dos contrincantes hace el primer punto. Se trata de tocar la coronilla o cualquier parte del cuerpo entre la cadera y el cuello o bien, patadas. Cada movimiento debe ser corto y conciso, seco sin ser fuerte.

Su contrincante es menor y por más que el de siete trata de ser cuidadoso se le va un golpe y le pega en la cara. El pequeño llora, llora. El maestro lo revisa. No pasa nada. Sin embargo el niño no puede dejar de llorar. Yo no dejo de observar las reacciones de mi hijo. Observo su cara de preocupación, ese movimiento que hace cuando tiene ganas de llorar, esa forma de tocarse los ojos. De tragarse el aire para no emitir sonido o llanto alguno. Mientras el maestro habla con el pequeño, lo anima, mi hijo no encuentra qué hacer. Deseo que me mire para decirle: no te preocupes. Pero no lo hace. Se siente mal es muy notorio.

Entiendo perfectamente. He sentido eso. No, a mí tampoco me gusta lastimar. Y aunque la situación entre ésta y aquella o esa otra que me muestra como falsa contrincante es distinta, a la vez, es la misma. No nos gusta lastimar.

De nuevo a posición de combate.
Observo en Juanantonio algo que observo en mí después de una herida, la disposición de dejarse lastimar. Sus brazos ni siquiera están en posición, su cuerpo no está rígido, su mente no está preparada para ese, para esos golpes que los pequeños puños están por propinarle. Mueve sus labios apenas y adivino que le dice a su compañero: discúlpame. Éste, por supuesto, obtiene el punto.
Vence.

Mi hijo acepta, sonríe.
Descubro en él, en mí, una fragilidad indescriptible.
Que duele.
Que define.
Que destina.

Pero el de siete tiene un buen instructor. Se le acerca, le dice algo y mi pequeño asiente. En el siguiente combate es él quien anota el punto.

Llorar en una clase de karate es absurdo, muy absurdo.
Guardo mis lágrimas en las páginas del libro que cargo y las saco ahora en forma de palabras que no muestran ni un gramo siquiera todo lo que mi hijo y su alma significan.

2 comentarios:

Mercedes dijo...

Ahhh, esto es facil Syl. Ni pa que tu ni el niño sufran, dile que haga lo que el Meza hace con las focas, que imagine algun politiquillo y ya todo sera pan comido.
Y tu lo veras desde alguna esquinita, disfrutar de la clase.
Quien quite y hasta aplaudas...

Veronica dijo...

Buen dia Mercedes, en realidad mi comentario no se relaciona mucho a su escrito pero algo tiene, ya que por pura casualidad o suerte o destino diria yo, me aparecio su pagina en el internet yo me encontraba hoy buscando una informacion para mi madre de los tarahumaras y me aparecio esta pagina, lo cual me parecio absolutamente PERFECTO ya que yo tengo una pagina como esta, pero en realidad no se mucho hacerla funcionar, bueno disculpa si ya me encuentro divagando.Primero me presentare soy Cinthia y tengo 19 años pero me fascino tu pagina!!!! me encanta tu forma de narrar sucesos y hacer que las personas nos encontremos dentro de la historia al instante, bueno eh aqui el pero de toda historia, vi en tu perfil que eres escritora y eso es lo que yo creo que quiero ser! :) .... bueno actualmente estudio pedagogia pero quiero escribir tambien asi que decidi arriesgarme y escribirte para ver si tu pudieras aconsejarme ¿que es lo que debo estudiar para ser escritora.. comunicaciones?? estoy algo confundidad al respecto, asi que seria de gran ayuda si me pudiera aconsejar.. le dejo mi correo por si me quiere enviar un mail para que me orientara un poco. ( kiero1shokolate@hotmail.com) por su atencion gracias. atentamente Cinthia.