A mis ojos, yo iba rumbo a una tierra extraña donde no conocía a nadie...
Kazuo Ishiguro
Por las mañanas escucho noticias internacionales en radio netherlands. Un programa con locutores hispanos que narran desde la señora europa lo que ocurre en el mundo. Como a veces ni chance tengo de ver el periódico y Loret de Mola será muy guapo pero luego tiene unos reportajes bien bobos, he encontrado en radio netherlands el lugar exacto para informarme.
Esta mañana escuché un reportaje que me ha dado vueltas todo el día. Entrevistaron a la vicepresidenta de una sociedad chilena que se llama ¿Quiénes somos? Se trata de una asociación no gubernamental que une a personas que fueron adoptadas y que no tienen razón alguna de su pasado. De acuerdo a esta mujer, sólo el 10% de sus integrantes (lo siento no recuerdo si eran 3 mil o 300 mil) tiene documentos claros sobre su adopción, el otro 90% no. Es decir un gran número de estos adultos fueron, de pequeños, objeto de adopciones clandestinas o secuestros o algo por el estilo.
La mujer narró su caso. Dice que no sabe si su ascendencia es rusa o polaca (no dijo cómo sabe que es una u otra), no tiene idea de quiénes fueron sus padres, de cómo llegó a la familia que llegó y que si bien la cuidó nunca supo decir sobre su pasado. "No sé mi fecha de cumpleaños, dicen que debo tener entre 44 y 46 años... no sé cómo llegué aquí".
Escuchaba esto y pensé, cómo no hacerlo, en la novela de Ishiguro Cuando fuimos huérfanos su protagonista tiene sólo recuerdos vagos y que se oponen unos de otros sobre lo que fue su vida en Shangai. Porque eso sí sabe, que era de Shangai. Lo más curioso, y si me preguntan, grandioso de la novela es qué él es precisamente un detective, un detective con un enigma propio y sin solución.
Escuchaba a esta mujer y pensaba en ella como en el Banks de la novela de Ishiguro. Ella vicepresidenta de una asociación que trata de ayudar a recopilar información para los que fueron huérfanos y sin poder siquiera decir su edad.
Siempre he pensado que quien escribe de uno u otro modo por más ficción que haga escribe de sí. El pasado es la condena o fortuna del escritor. Para aquellos que intengran ¿Quiénes somos? el pasado no alcanza siquiera a ser condena o fortuna. Porque ni siquiera es.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario