3.5.07

LOS LIBROS EN MI VIDA

Creo que mis hábitos de lectura surgieron un poco por curiosidad un poco por genética. Mi madre es profesora, mi casa siempre fue un lugar con muchos libros. Estaban ahí, ¿cómo no...? Pero no puedo mentir y decir que soy una lectora temprana. Jamás diría que leí Cien Años de Soledad a los 6 años y... o que a los 9 me parecía que Marcel Proust... No, nada de eso. Fui una lectora tardía y rara.

Recuerdo un libro de cuentos infantiles, viejísimo. ¿Acaso de mis hermanos o más aún, acaso de la infancia de mi madre y mi tío? Recuerdo un cuento: Azulita rompetacones. Después Las mil y una noches. Luego viene un libro fundamental en mi preadolescencia. No, no fue Demian ni el Lobo Estepario. Eran las aventuras de Sherlock Holmes. Pronto las aventuras se acabaron y llegó a mi otra novelilla: El prisionero de Zenda, ¿de quién? Llegaron las biografías: de María Conesa a Isadora Duncan pasando por la Woolf y otro par de suicidas.

Supongo que luego las cosas tomaron su propio orden (que no natural) pasé de Salinger a José Agustín (al que jamás volvería). Llegó Pacheco. Pasé, por supuesto, por las páginas de la Isabel Allende de La casa de los espíritus y de la Mastretta de Arráncame la vida. Me hicieron leer Juan Salvador Gaviota. La mañana debe seguir gris es de esas novelas a las que me gustaría volver. Llegaron los amores en los tiempos del cólera, los cien años. Llegó Joyce. Descubrí el mundo con Dublineses. Faulkner y Hemingway. Barthelme. Luego llegaron los rusos. Los franceses, españoles, norteamericanos, argentinos y cuando menos lo imaginé el tiempo había pasado y yo ya me había graduado en una licenciatura en letras.

Me encuentro años más tarde con un estante con turcos, marroquís, austríacos, sudafricanos, húngaros y toda una rareza de autores a los que ignoro cómo llegué.

Cada libro representa un momento. Hay libros a los que volvería, libros a los que no. Libros que siempre. Escribo esto porque leo Las películas de mi vida de Alberto Fuguet, y de Fuguet y de esta novela pueden decir lo que sea pero nadie puede negar el dejo de nostalgia por las películas o en este caso, los libros de la vida de uno que despierta el autor.

Básicamente podría escribir un post sobre mi vida con cada libro que leí.

Pero, claro, no lo voy a hacer.

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