Iba al DF con mi hermana mayor, que comprábamos zapatos, que caminábamos por Isabel la Católica y que yo le preguntaba si ella, dadas sus circunstancias religiosas, podía caminar por Isabel la Católica y ambas nos reíamos. Luego llegábamos a lo que supongo era el depa del Victorio, el Victoriio tenía el cabello entre oscuro y rojizo y largo, (y ahora que lo pienso me va a dejar de hablar por siquiera imaginarlo así). Después de visitarlo, nos íbamos a un mercado y nos topábamos con mi tía Hortensia -a quien adoré con toda mi alma y murió hace casi dos años-, ella platicaba gustosa con nosotras. Nosotras sabíamos que ella había muerto pero no le decíamos nada para que no se sintiera incómoda.
Luego, mi hermana me dijo, ya me tengo que ir.
Y el resto del sueño, ya no importa.
16.5.08
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2 comentarios:
me encantó esa discreción onírica-cortazariana de no incomodar a la tía Hortensia haciéndole saber de su muerte
bellos sueños, Sylvia
un abrazo
Me gustó el texto.
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