Sucede desde hace unos días.
Estoy dormida, cómoda o incómoda, adolorida o no pero dormida.
Completamente dormida.
Y de pronto.
Me despierto
Como si nada.
Como si ya fuera hora.
(de despertarse, pues).
Miro el reloj y son las 3 a.m.
(3:15, 3:24, 3:31, 3:05)
Suspiro.
Y pienso que hay una razón.
Que debe haber una razón.
Para que mi cuerpo me despierte a esa hora.
¿Qué razón?
Que tú,
en esa parte del mundo,
piensas en mí,
en nosotros,
en los que, aún tuyos,
vivimos en esta parte del mundo.
17.4.08
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