Siempre ha sido así.
Desde que lo recuerdo. En los buenos, no, en los mejores momentos de mi vida, el teléfono suena y es él desde aquella ciudad. Me escucha, me dice. Lo sé y me sabe. Y también: en los malos, no, en los peores momentos de mi vida, el teléfono suena y yo ya sé que es él, que desde la ciudad aquella me llama para decirme, para que yo sepa. Porque él sabe.
Es mi hermano, mi hermano mayor.
En la familia las cosas siempre han funcionado así. El hermano mayor se conecta con la hermana menor. La hermana mayor, con el menor. Los cuatro siempre hemos funcionado así. Los hermanos -aparentemente- se dividen en dos bandos. No se trata de una división cualquiera, se trata de una forma de atrincherarse, de compartir, de estar. Uno puede ayudar más a uno que a dos o a tres. Nadie decidió quién con quién. Las cosas simplemente se dieron así.
A mi me tocó el hermano que vive lejos y está cerca. Muy cerca. Ayer me llamó, no importa si lo hizo porque sentía que acá las cosas estaban muy bien o muy mal. Me llamó y punto. Él, como siempre, sabía que tenía que hacerlo. Hablamos como nunca y como siempre. Nos reímos, como nunca y como siempre.
Y si esto no es telepatía, entonces... entonces yo nó sé qué demonios es la telepatía.
15.2.08
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