En La Dama de las Camelias de Alejandro Dumas Jr. se narra la trágica muy vida de Marguerite Gautier una mujer enfermísima que evade su tuberculosis y no hace sino exprimir su vida al máximo o bien, exprimir a sus amantes al máximo para mantener la vida de lujos y frivolidades a la que está o quiere estar acostumbrada. Cierro los ojos y veo a la Greta Garbo de Marguerite en su lecho de muerte, maquilladísima y bellísima, toda cuerpo y bata de seda, despidiéndose fatídicamente de la vida. Coff coff, con toda elegancia.
Pues resulta que yo ando en plan Camelia. Or sorta. Mi vida no es trágica pero el fin de semana estuve enfermilla, tratando de exprimirle limón a mi cucharada de miel para aliviar mi garganta. No hay amantes alrededor, ni lujos y mis tres frivolidades las guardo en un cajón. Abro los ojos y me veo a mí como una especie rara de Marguerite Gautier sin maquillaje, ni belleza, sin toda cuerpo y bata de seda, tosiéndole fatídicamente a la vida. Coff, coff, y coff, coff. Es sábado, hay fiesta y yo coff coff. Es domingo, día de waffles y yo coff coff.
El médico de la familia me llama (dado que yo no le llamo a él, por pura necedad Gautier). Me deja armada de jarabes y medicinas. Y paso el domingo frente al televisor, sobre el sillón azul con un té de canela en la mano derecha y el reloj en la izquierda para estar segura de que me tomo todo a la hora que toca. Me niego a seguir siendo parodia de la camelia.
Se aceptan dulces de miel.
7.8.06
Suscribirse a:
Comentarios de la entrada (Atom)
1 comentario:
ay pobre, si estuviera alli en sonora, te traeria tu dulce. jp
Publicar un comentario