8.6.06

LOS HOMBRES NO LLORAN

Finalmente se fueron los dos dientes de a mentis que el médico le puso al de siete. Los dos incisivos, esos eran. Tuvieron que irse porque los suyos ya venían en camino con una desesperación de aquellas. Fuimos al dentista, tres horas antes el hijo ya estaba con los nervios de punta (ese asunto de los dientes le viene genéticamente irresistible).

Yo no sé cómo sean los otros hijos de la otra gente con los dentistas, pero el mío no permite un sólo dedo en su boca sin que se le explique CLARAMENTE qué es lo que se le va a hacer. El médico explicó y trató de hacer énfasis en que esto no iba a doler. Sin embargo, al decir de los gritos del hijo, eso sí dolía.

Finalmente el asunto acabó, el de siete me miraba como si lo hubiera mandado al matadero.

Al otro día su abuelo le habló por teléfono, ansioso quizá por una reseña del evento. El hijo explicó lo ocurrido y le dijo: me dolió mucho y lloré, así que no me vengas con tu palabra... esa palabra, ya sabes cuál. Colgó.

Intrigada, más bien, intrigadísima, le pregunté a qué se refería. Me dijo: a eso que dice mi abuelito de que los hombres no lloran, yo no creo en eso... porque cuando algo duele pues uno llora, sea hombre o mujer, qué no?

Claro, le dije, claro. Y miré su hueco en la dentadura y lo encontré más bello que nunca, más bello que nunca.

1 comentario:

Mercedes dijo...

O si, esa autenticidad que los hace ver con mas luz...