Eso de tomar los últimos vuelos el día a una ciudad tiene sus desventajas.
1) Llegas al aeropuerto y, por supuesto, ya están cerradas las tienditas donde muy según tú comprarías las coyotas y la carne seca que te encargaron (y que por andar en otras ochocientascuatro cosas no compraste antes).
2) El único Wings de la ciudad en la planta alta del aeropuerto está cerrado, aunque esto no es tan acongojante considerando que: 2.1) atienden muy mal y 2.2) la comida no es tan buena.
3) El bar ya está MUY cerrado.
4) “No hay maquinitas como en Las Vegas” no tengo que explicarles quién expuso esta desventaja ni por qué. Puedo decirles, eso sí, que nunca hemos ido a Las Vegas.
Mientras observo todo esto, el de seis y medio tiene un humor de aquellazos, alega que NADIE debería viajar a estas horas para luego agregar enfáticamente: “no, más bien, yo NO debería estar aquí a estas horas!!”. Lo bueno es que unos minutos después, mi vuelo estaba listo. Beso en la mejilla, beso de naricita y adiós.
Luego, en el avión semivacío descubri aeromozas semivacías, cansadas, aeromozas que decian, sin decirse, “nadie debería bajar a estas horas”.
9.12.05
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