13.9.06

EN VELA

Le dices que se relaje. Que no piense. No se mueva. Le pides que descanse. Se lo dices a la una, a la una treinta, a las dos, a.m. Le recuerdas que fue un largo día y que apenas es miércoles. Le ruegas que cierre los ojos y se duerma. Pero tu cuerpo, Sylvia, permanece en vela. Cuando menos lo esperas ya son las cinco a.m. y es hora de levantarlo.

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