4.4.06

EL PLACER DE LA INCERTIDUMBRE

Ibamos por una callecita cerca de Centenario, la idea era salir al Blvd. Serna. Hablábamos de todo lo que se puede hablar a las cuatro y tantas de la tarde, después de salir de trabajar… es decir, de los jefes y su contundencia. De fondo se escuchaba el disco de Las Trillizas de Belleville.

Entonces, lo vi.

Estaba ahí, parado en esa esquina. Miraba nada en general o todo en específico. En su mano derecha estaba un carrete de hilo, seguí, derechita, el destino del hilo. En su otra punta, dulce y colorido, estaba un papalote. El hombre estaba ahí volando un papalote, solo. No había un niño a su lado, un niño que justificara el vuelo del papalote, como ocurre en cualquier otro lugar de la ciudad.

Me pareció la imagen más bella del día.

¿Por qué un hombre de cuarentaytantos años a la cuatroytantas de la tarde vuela un papalote solo, completamente solo?

No lo sé y el no saberlo, también, me fascinó.

1 comentario:

Mercedes dijo...

Esa madre no puede ser normal. El tipo este lo que tenia, era exceso de gases. Y queria echarlos agusto, tons agarro el puto papalote y en pleno calorcillo, salio a volarlo y se desahogo.
Veras, te hubieras acercado...