17.10.05

UN ASUNTO MUY DELICADO (breve crónica de un robo)

Hay historias que uno no sabe ni cómo comenzar. Este es el caso. Uno le da vueltas y vueltas al asunto y de todos modos no sabe cuál será la palabra precisa, la frase detonante. Porque uno simplemente no tiene ni puta idea de cómo platicar lo que para unos podría ser un asunto cómico y para otros uno muy delicado. Y es que el robo de una botella en plena fiesta podría ser eso: un asunto cómico (o medianamente cómico), pero si uno considera que la botella era de champagne y un regalo de cumpleaños (he ahí el motivo de la fiesta) entonces el asunto se vuelve, en efecto, delicado.

Es importante aclarar que uno no se roba una botella (menos si es de champagne) por alguna razón en específico. Uno no amanece un día diciendo: esta noche me voy a robar una botella de champagne. No. Uno, simplemente, hace una operación aritmética al observar una botella de champagne en el refri, ningún anfitrión alrededor (al menos ninguno completamente consciente) (es decir, sobrio), un sacacorchos sobre la mesa (con un moño indicando que ese también era un regalo) y las ganas (las enormes ganas) de disfrutar tan preciada bebida con aquella morenita que viene de quién sabe dónde pero que no dejó de sonreírle a uno toda la noche (to-da-la-no-che). En menos de un minuto la dichosa operación aritmética se resuelve: botella, sacacorchos, ganas, morenita y ni un sólo testigo. El instinto es cabrón y uno lo sabe.
La champagne es un tesoro, la morenita otro y eso también uno lo sabe.
Uno, actúa. Agarra champagne, sacacorchos y morenita.

Lo malo, es decir, lo delicado viene al otro día, cuando uno se da cuenta de la gravedad de lo ocurrido. Cuando uno escucha el grito de horror de la cumpleañera por la ausencia (oh la triste ausencia) de su botella de champagne en el refri y cuando (peor aún) encuentra los restos de su preciado licor en dos copas con sendos cigarros flotando en ellas. A uno no le queda sino levantarse (del sillón donde al parecer uno se quedó dormido) fingir, hacerse como que no, mostrarse igualmente horrorizado, señalar unos cuantos nombres con su dedo índice. A uno no le queda sino repetir, y repetirse que, sin duda el robo de una botella de champagne es un asunto delicado.

Lo terrible, es decir, lo más delicado viene después... de la nada aparece una foto que lo muestra a uno al lado de la botella, con una copa en las manos. Uno está ahí (no hay duda) bebiéndose la botella de alguien más y así esto se ha vuelto un asunto muy delicado.

No hay comentarios.: