Tengo muchos, claro, pero estos dos requieren ser eliminados de inmediato porque afectan mi desempeño profesional, físico y en una de esas hasta emocional (nota de la autora: siempre había querido usar la palabra desempeño en mi blog).
1. Cuando llego a la oficina y me siento, me quedo en la orillita de la silla, sí en la meritititita orilla, para alcanzar el cpu (que está abajo y no me pregunten por qué pues no fue decisión mía). Es un movimiento que debería ser veloz: sentarse en la orillita, prender el aparato y luego desplazar mi trasero (que no es enorme pero es veraz) y mi espalda hasta el fondo de la silla y quedarme cómoda. Pero no, no lo hago. A veces pasan horas antes de que me dé cuenta de que estoy mal sentada y me doy cuenta porque comienzo a cansarme y eso cuando me doy cuenta de que estoy cansada porque a veces ni eso noto.
2. Sentada en la orillita, alcanzo mi estuche de lentes que está en mi maletita de maestra cool, que pongo en el piso (eso sí, por decisión propia pero además porque no hay otro lugar práctico dónde ponerla). Lo pongo en el escritorio y se queda ahí hasta que me doy cuenta de que no me puse los lentes y claro que me doy cuenta cuando comienzan a arderme un poquito mis ojitos húngaros herencia del tata. A veces hasta tengo la elegancia de sacarlos y limpiarlos pero no me los pongo.
El caso es que yo, en lugar de decirles mis propósitos más gordos para este año les comparto que voy a sentarme concha y comodotamente desde las 7 am y que estaré con los lentes bien puestos desde esa misma hora, forever and ever.
6.1.10
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2 comentarios:
ash yo pensé que saludarme en la mañana era uno de tus vicios
PD: dame algo que leer este fin de semana. Para que se me olvide que empezarán las clases.
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