Otra vez el blogspot con sus cosas. Quiero postear algo y me sale con letras gigantescas con su ánimo de EDICIONES CONFLICTIVAS. La primera vez da risa, la siguiente, cae gorda.
Pero bueno, después de varios intentos finalmente pude entrar al blog para postear. Para entonces ya he olvidado de qué quería escribir hoy así que no hay más remedio que hablar del hombre de mi vida: el de nueve.
Pues rulta que ayer el de nueve llegó a la oficina (ya les dije que toma el expressotec él solito y cruza la ciudad entera para venir a natación?). Bueno pues llegó y yo estaba ocupada con mi amigo dong quijote revisando un ensayo. En el primer silencio que encontró nos platicó el incidente del día (bueno nos platicó a los dos, pero de seguro sólo yo lo entendí, quijote no entiende mucho español). Un gordito de quinto grado lo empujó, así a la brava, sin decir agua va. Y el de nueve o, específicamente, la rodilla del de nueve tuvo un sangriento encuentro con el pavimento.
La cosa fue de coraje.
Me choca no ser de esas mamás que van y se moquean a aquel que osa dañar a sus hijos.
Camino a casa, después de la consabida y tradicional discusión de: cuántas veces te he dicho que te pongas el cinturón en cuanto subas al carro y ya sabes que se me olvida mamá no puedo recordarlo todo y siempre me sales con que siempre se te olvida pero ya tienes nueve años, hablamos de lo difícil que puede resultar tener nueve años y habitar una escuela donde a cualquiera le puede dar ganas de empujar a cualquiera.
Nomás porque sí.
En un silencio, desos que ocurren frente a un semáforo, pensé el nomás porque sí es lo que generalmente se vuelve el eje más contundente de nuestras vidas.
Luego se puso el verde y avanzamos.
7.10.08
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