El viernes mi hijo estuvo en mi oficina. No había niñera esa tarde, se vio obligado a pasar la tarde aquí. Llegó, hizo su tarea. Luego comenzó a querer cosas. Primero quiso ir a la tienda. Y fue. Después quiso ir al baño. Y fue. Más tarde quiso ir a tomar agua. Y fue. Entonces quiso ir a la biblioteca "a sacar el hobbit". Y fue.
Hacía apenas unos días antes tuvimos mini-maratón del Señor de los Anillos y le platiqué que antes de las tres películas, estaban los tres libros y antes de los tres libros estaba El Hobbit.
"Quiero leer el Hobbit", dijo.
Mi hijo volvió de la biblioteca sano, salvo y contento con una edición gigantesca e ilustrada del Hobbit. Se metió bajo mi escritorio, se echó de panza y se puso a leer. Yo estaba un poco ocupada pero me di tiempo para mirar bajo la mesa.
Ahí, en una especie de agujero hobbit, vi a un hobbit leyendo a un hobbit.
26.2.07
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