El sentimiento comenzó como una cosquilla en los pies, ansiedad en las manos, garganta seca y oídos sordos. Me invadió una sensación bien cabrona. Me senté en el nuevo rincón de la casa y me convencí de las circunstancias. Del silencio.
Pero llegó el hijo y luego llegó una, la una, luego la otra y más entrada la noche llegaron las demás. Las razones, les llamo. Se acomodaron en mi casa, admiraron mis paredes, halagaron mi arroz con verduras, algunas comieron de mis almendras y frutas secas. Las razones y yo vimos una película. Reímos.
Las razones me convencieron de que, en mi vida, las circunstancias son otras. "Y la tragedia se convierte en comedia".
12.2.07
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