Ayer. Armada de todo el valor del mundo (supongo) Sazú levanta la voz, la ceja, pone la mano en la cintura y me dice: "¿Alguna vez vas a leer un solo libro a la vez? Mi respuesta es veloz y, quizá, penosa. "No, nunca, no puedo". Baja la ceja, baja la voz, quita la mano de su cintura y suelta sólo un: "mmh" acompañado, creo, de un nodeo de cabeza que afirma algo así como "qué barbaridad".
La verdad es esta, cuando se trata de libros vivo en una promiscuidad absoluta. Tengo un libro para leer en la oficina, otro para leer antes de dormir y generalmente cargo algo en la bolsa para cuando hay que hacer tiempo, esperar, hacer cola, etc.
Supongo que sí, leer en orden, serle fiel a un libro hasta llegar a su final sería lo más sano, adecuado, moral, etc., etc., etc. Pero mi promiscuidad genera el placer que mis ojitos requieren. Creo que a fin de cuentas, si le preguntan a cualquier promiscuo de cualquier otra categoría: "¿Alguna vez vas a dejar de ser promiscuo?" seguramente éste les contestará que no y además que lo suyo no es promiscuidad sino placer.
Y del placer, mejor luego hablamos Sazú. Ejem.
22.1.07
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