Nunca he sido buena para beber o comer cosas muy calientes. Mamá lo resolvía. Le ponía un hielito a mi sopa o la cambiaba de plato. Soplaba y movía la cuchara para mí. Yo tendría cuatro o cinco años y lo recuerdo clarito. Gestos de amor. Lo sé porque también lo llegué a hacer para mi hijo. Gestos de amor.
¿Qué van a cenar hoy? me preguntó. No sé, le dije. Y entonces hice catarsis, le platiqué de los problemas que tengo con la alacena. No sé comprar mandado, le dije. Siento que compro lo mismo, que todo se echa a perder o que nunca tengo nada. Y estoy un poco quebrada y no he ido al mandado y... No, no era el drama del mundo, pero lo entendió. Se rió incluso cuando le dije que mi refri era un mundo vacío. Tengo un queso philadelphia, me dijo, y unos panecitos muy ricos. ¿Has comido longaniza? aquí tengo un cachito. Un poco de papaya, para que te lleves al trabajo. Mira, te puse aquí unas salchichas para el niño. Mi mamá nunca acepta un no.
Son las cinco de la tarde y me despido de ella. Manejo a casa pensando en que hacía casi treinta años que mamá no le ponía un hielito a mi vida. Le soplaba, le movía la cuchara. Gestos de amor.
27.11.06
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