Imaginamos a una persona y luego un nombre.
O a la inversa: imaginamos un nombre y luego a la persona.
Imre Kertész
Nuestro personaje se llama Aisha.
Aisha, vivía en Turquía. Cubría su cabello y su cuerpo entero. No había maquillaje en su rostro. Sus ojos lo eran todo y sin embargo ofrecían nada. Con esto, uno podría imaginarse cómo lucía Aisha, cómo era Aisha.
Uno podría pensar que la mamá o la abuela, o alguna otra mujer de su familia se llamaba también Aisha y que ella y que todas portaban el nombre con el respeto que éste imponía. Uno podría asegurar que Aisha, nuestro personaje, poseía esa belleza turca difícil de describir. Pero este no es el caso. Y no es que no fuera bella, es que su belleza no era turca; porque Aisha no siempre fue Aisha, ella fue registrada bajo otro nombre, bautizada en otro credo. Nacida en otro país.
Pero eso fue hace muchos años, Aisha ha olvidado eso por completo; o bien, ha tratado de olvidar eso por completo. Porque no sólo su nombre ha cambiado, su vida entera es otra. Se mira al espejo y está irreconocible. Lo único que queda de aquella otra vida está en su pasaporte, pero su rostro y su nombre han ido perdiendo el color. Si ahora mismo tuviera que dejar este país le resultaría casi imposible, un pasaporte en esas condiciones no la llevaría a ningún lado. De cualquier modo, en realidad, ella no puede ir a ningún lado. Eso es algo que, también, ha tratado de olvidar por completo: La posibilidad.
La historia de este personaje no es muy distinta a esas historias tristes de mujeres. Ocurre lo de siempre: una mujer lo abandona todo por un hombre. Mas Aisha no es sólo la mujer que abandona todo por un hombre, en este caso, es la mujer que se abandona toda por un hombre. Éste, sí es el mismo hombre de todas las historias, uno que con el paso de tiempo se vuelve otro o bien muestra lo que en realidad es. Me explico, al principio sus palabras acariciaban, después, sus palabras no eran sino fracturas en el alma. Pero Aisha recibió más que eso. Dos costillas rotas, diversas heridas en su piel hablan de ello.
La de Aisha es, en sin duda, la historia de una derrota.
Habrá quien se pregunte: ¿por qué hablar de un personaje que en realidad es otro y por qué contar algo que es lo mismo de siempre? No lo sé bien. Quizá porque ésta es de esas historias con las que uno solo no puede cargar, que uno solo no puede entender.
Y uno quiere entender. Uno quiere comprender qué es todo eso que se esconde detrás del nombre, detrás de la persona.
Detrás de Aisha.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario