Anoche, mientras leía un cuento de Jonathan Safran Foer sobre los asuntos cardíacos de una familia me puse a pensar en los de la mía. En mi familia al menos cinco personas han fallecido por alguna enfermedad cardíaca. Cinco no es tanto, pueden decir ustedes. Pero si consideramos que mi familia no consta de más de 15 personas (claro, no estoy contando a los hijos de mi hermana que son un montón), entonces los números asustan realmente. "La tercera parte de mi familia tuvo un corazón débil", pensé al principio. Luego corregí. "Si bien la tercera parte de mi familia ha muerto por un corazón débil, las otras dos terceras partes han tenido que lidiar con nosécuántascosas por -exactamente- lo mismo". Debilidad del corazón. (Claro, vale considerar aquellos miembros que fuman, beben, comen carne o harinas en cantidades preocupantes).
Pero en realidad yo pensaba en los otros, en todos los otros que siempre tenemos un lío en el corazón. "¿Cuántos, a fin de cuentas, moriremos del corazón -sea cual sea el mal de nuestro corazón-?"
No me pude responder.
10.11.05
Suscribirse a:
Comentarios de la entrada (Atom)
1 comentario:
Por mientras buscas o encuentras la respuesta, comprate un seguro de vida.
Y si te mueres y Juan Antonio sigue siendo menor de edad, el dinero se le puede entregar integro, integro al papa. Y asi tu podras descansar en santa paz...
Publicar un comentario