Hoy, tocó madrugar. Despertador a las 5 am porque clase a las 7 am. El trayecto casa-tec se realizó con un café colombiano (or so they said at the store) y leche light, con una mezcla musical que incluyó The Go Team, CSS, Tegan & Sara, Patrick Wolf, Santogold y la favorita de Pixies. La clase salió como debía salir, leímos mi cuento consentido of all times cuya autora es Sylvia Plath. Nos reímos de Sheldon. Luego, de vuelta a mi oficina, con un dolor de estómago que sé perfectamente es una leve colitis que comienza a dar lata por eso del café colombiano de las mañanas (or so it says) decido entregarme en cuerpo y alma a una mandarina redondita, anaranjadita, bonita ella.
Hace mucho que no comía mandarinas o bien hace mucho que no me topaba con tan buena mandarina. Estaba tierna, jugosita, con pocas semillitas. Era todo un ejemplo de mandarina. La disfruté tanto. Sé que puede resultar absurdo que una dedique unas líneas para hablar de una mandarina pero a estas alturas prefiero hablar de mi mandarina mañanera que del panel que ayer Zapatero tuvo con el pueblo español o de Gaza o de las balaceras de aquí y de allá, o de lo que nos depara la próxima semana.
Nada, como una mandarina.
27.1.09
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