Después de casi dos años y después de no sé cuántos accidentes en tobillo y cuello, finalmente pude volver al yoga, mi cuerpo cedió, mi mente intercedió. Estirar, tocar, aprender -en serio- a tener la mente en blanco. Mantener la postura. Erguirse. El dolor del día siguiente, en las piernas, en los brazos.
Ensuciarse los pies. Sudar. Sentir el alma tranquila.
Eso es el yoga.
6.7.08
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