Era el abuelo de mi mamá. Mi bisabuelo. Estudiaba y trabajaba en una especie de hacienda, en Durango, desde pequeñito. Era el mandadero. Le dejaban a su cargo a la niña de la casa. Tenía que llevar a Luisa a la escuela, ella quería que él la llevara cargando. Él era mayor que ella. La niña Luisa, le decía. Le hablaba de usted. La niña Luisa dijo siempre que de grande se casaría con Matías. Lo hizo, se casaron. Yo asumo que la desheredaron o algo, dejaron Durango y se vinieron al DF. Tuvieron tres hijos y una hija: mi abuela Isabel.
Matías aprendió un oficio. Era zapatero.
Un tiempo trabajó en Lecumberri, cuando era cárcel. Dicen que le daba pavor. Tenía que enseñarles el oficio a los reos, él pensaba que un día con una herramienta: un clavo, un martillo, unas alicatas, lo iban a matar.
Nunca ocurrió.
Tenía su zapatería al lado de su casa. Arreglaba y hacía zapatos.
Dice mi mamá que siempre le hacía unos huarachitos especiales para el 15 de septiembre.
Decía mi tío que cuando arreglaba un zapato pedía los instrumentos a su ayudante como si fuera un cirujano: "clavos", "alicatas" y estiraba la mano sin dejar de ver al paciente, o sea, al zapato.
En mi familia, cuando se pide algo sin un "por favor" siempre en broma decimos: "¡alicatas!"
La niña Luisa, su esposa, se enfermó cuando la decena trágica.
Se murió.
Y él solo.
Él solito y con ayuda de su hermana Ricarda crió a sus hijos.
Luego a sus nietos.
Y conoció a algunos de sus bisnietos.
Ya mayor, ya cuando la zapatería era un recuerdo. Ya cuando sólo pasaba todo el día en casa, todos los días, durante la comida se tomaba una cerveza, Montejo. Se sentaba a la cabecera de la mesa. Mi papá le pidió la mano de mi mamá a él. Él entregó en la iglesia a mi mamá.
Mi mamá, cuando él ya era muy grande, le cortaba las uñas. Lo cuidaba.
Se murió en el baño, un infarto, una caída, no sé. Mi mamá lo encontró.
30.7.08
Suscribirse a:
Comentarios de la entrada (Atom)
1 comentario:
y que lloré.
Publicar un comentario