Cuando comencé mi vidita laboral a los dieciocho añitos mi papá me hizo sólo una recomendación que me ha servido desde entonces: sé amable con las secretarias. En su momento no me lo tomé en serio. El paso del tiempo me ha mostrado una veintena de veces que mi padre tenía razón.
Uno debe ser amable con las secretarias. Saludarlas. Preguntarle por sus hijos. Chulearle el vestido. Pedirle algún consejo personal, familiar, laboral. Uno, básicamente, debe respetar a su secretaria casi como a sí mismo (suponiendo claro, que usted crea en el autorespeto).
¿Por qué?
Porque si usted no lo hace su mundo será un caos. No le pasarán llamadas, no le sacarán copias o lo harán de muy mal modo, no le avisarán de las juntas (o lo harán tres segundos antes), no le dirán dónde está la oficina tal o cómo llenar el formato aquel.
Una secretaria enojada es peor que la ira de Dios.
Mucho peor.
Ame, respete y cuide a su secretaria por encima de todas las cosas.
31.8.07
30.8.07
COMO EL AVE FÉNIX
Mi ipod resurgió de entre las cenizas cual ave fénix. Sí, después de días en que dentro de su pechito no había más que vacío y silencio, todo volvió a la normalidad. No saben, hace mucho que no me sentía tan afligida por un estúpido aparato electrónico (lo siento cariño, mi ipod linda, pero así te llamé). Y es que mi aparatito tiene un gran valor para mí. Número uno, me lo regaló mi significant one que sabe perfecto que la música me chifla. Número dos, la música me chifla y en este aparatito tan delgadito, blanquito y bonito le caben mis cuatrocientas canciones favoritas (dueños de ipods más grandes que la mía, absténganse de comentar en este post).
Una vez uno de mis ocho celulares se murió. Ahogado en la taza del baño. Yo esperaba en ese entonces mensajes o llamadas de un oscuro pasado (léase, una relación que no prosperó) y el drama era de lo más margalopez posible. Pero créanme que no se compara con el drama que le hice a mi compu, a mis amigos, a mis alumnos y a quien se me pusiera enfrente porque mi ipod no reaccionaba.
Pero helo aquí, vivito y coleando. Tocando cancioncitas de amy winehouse, de the cat empire, de the quantic... helo, cual ave fénix.
Una vez uno de mis ocho celulares se murió. Ahogado en la taza del baño. Yo esperaba en ese entonces mensajes o llamadas de un oscuro pasado (léase, una relación que no prosperó) y el drama era de lo más margalopez posible. Pero créanme que no se compara con el drama que le hice a mi compu, a mis amigos, a mis alumnos y a quien se me pusiera enfrente porque mi ipod no reaccionaba.
Pero helo aquí, vivito y coleando. Tocando cancioncitas de amy winehouse, de the cat empire, de the quantic... helo, cual ave fénix.
29.8.07
EL CAMBIO
Mis dos personas favoritas están viviendo un proceso parecido. Una lo sabe, el otro no.
Persona favorita uno lo sabe, medita, se muerde las uñas, frunce el ceño, pregunta y se pregunta. Tomar decisiones. Ay, el miedo que da la palabra cambio.
Persona favorita dos, no lo sabe, no tiene idea. Vive su vida como lo haría cualquier otro niño de ocho años. No sabe a veces lo que significa crecer. No sabe que a veces sólo resta hacerse a la idea. Ay, el dolor que podría darle la palabra cambio.
Yo no puedo hacer nada.
No puedo facilitar el cambio, no puedo cambiar el cambio.
Puedo, eso sí, estar ahí cuando el cambio llegue. Tomarles la mano, escucharlos, acariciar su espalda o su cabeza. Puedo ser la parte buena del cambio. Puedo decirles que es eso solamente, un cambio.
Persona favorita uno lo sabe, medita, se muerde las uñas, frunce el ceño, pregunta y se pregunta. Tomar decisiones. Ay, el miedo que da la palabra cambio.
Persona favorita dos, no lo sabe, no tiene idea. Vive su vida como lo haría cualquier otro niño de ocho años. No sabe a veces lo que significa crecer. No sabe que a veces sólo resta hacerse a la idea. Ay, el dolor que podría darle la palabra cambio.
Yo no puedo hacer nada.
No puedo facilitar el cambio, no puedo cambiar el cambio.
Puedo, eso sí, estar ahí cuando el cambio llegue. Tomarles la mano, escucharlos, acariciar su espalda o su cabeza. Puedo ser la parte buena del cambio. Puedo decirles que es eso solamente, un cambio.
27.8.07
"SU" PROYECTO
- Tenemos un nuevo proyecto la Ene, la Vale y yo.
- ¿Un proyecto?
- Sí... vamos a poner un restaurante de desayunos.
- ...
- ¿Verdad que es una buena idea?
- ¿Y quién va a cocinar?
- Nosotros
- ¿Y quién va a sevir la comida?
- Nosotros
- ¿Y quién va a lavar los trastes?
- ...
- ...
- No, eso no lo hemos decidido.
- ¿Y qué van a servir?
-Ya sabes, pan francés y cereal.
- ...
- Pensamos en que tú podrías ayudarnos.
- ¿Cómo?
- Pues vamos a necesitar dinero y una cocina.
- O sea que...
- No, no, ni me digas nada, es MI proyecto
- ¿Un proyecto?
- Sí... vamos a poner un restaurante de desayunos.
- ...
- ¿Verdad que es una buena idea?
- ¿Y quién va a cocinar?
- Nosotros
- ¿Y quién va a sevir la comida?
- Nosotros
- ¿Y quién va a lavar los trastes?
- ...
- ...
- No, eso no lo hemos decidido.
- ¿Y qué van a servir?
-Ya sabes, pan francés y cereal.
- ...
- Pensamos en que tú podrías ayudarnos.
- ¿Cómo?
- Pues vamos a necesitar dinero y una cocina.
- O sea que...
- No, no, ni me digas nada, es MI proyecto
NO LE DIGO
Me mira a los ojos y me dice: desde que llegué ya casi no lees, ¿verdad? Sonrío. Creo que con la cabeza le digo no. Se apena, me abraza. Yo no le digo que quizás ahora en las tardes no estoy leyendo libros pero que leo, sí que leo. Que leo sus grandes ojos, sus pestañas. Los dobleces de su cuerpo. La palma de su mano. Las uñas que muerde y las que no. Leo su abrazo y su risa. La forma en que ata sus zapatos. Su sueño.
Leo la cursilería de la que soy capaz.
Leo, pero no le digo.
Leo la cursilería de la que soy capaz.
Leo, pero no le digo.
23.8.07
SEÑORITA POETA
Usted no lo sabe pero había un programa, hace siglos, que se llamaba Señorita Cometa. Ella, la Señorita Cometa, era muy divertida. Cuidaba a dos niños. Cometía muchos errores y, al final de cada episodio un pequeño dragón la castigaba apareciendo una mancha en su mejilla. Menciono esto por simpleza, porque señorita poeta y señorita cometa suenan parecido. He leído su correo. Es breve, como usted. Pero he tenido tanto, tanto, tantísimo trabajo que no he podido sentarme decentemente a contestarlo. Tampoco había posteado nada en días. Decidí matar dos pichones de un tiro (usted sabe por qué digo pichón).
Me alegra saber que aprende, que la pasa bien, que se da cuenta de que en ese lugar académico no va a aprender mucho. Y no, yo no voy a ser su dragoncito que le hará una mancha en la mejilla. No me parece que se haya equivocado. Me parece que hay cosas que uno simplemente tiene que vivir para no tener que oírlas, soñarlas, leerlas o incluso escribirlas.
Yo estoy bien. Cada día tengo más claro que soy adicta al trabajo. Tengo siete grupos, lo cual implica algo así como doscientosdiez alumnos a quienes hay que escuchar, evaluar, enseñar. Me gustan mis clases, me gusta dar clases. Lo malo es calificar.
Y bueno, mientras usted sueña con balazos y persecuciones yo sueño mis propios balazos y mis propias persecusiones. Los balazos son las misivas de mi hermana. Su puño y letra le deja a uno el alma agujereada. Me persigue la novela. Me niego a continuar su escritura por algún tiempo y ella me acosa día y noche. Me dicta palabras mientras manejo. Me dicta oraciones enteras mientras camino.
El otro día tuve que hacerme cargo de un gatito muerto. Estaba frente a mi casa. Era de noche. No podía yo permitir que saliera el sol y mi hijo lo viera, que mi hijo viera al gato que había maullado todo el día anterior. Fue difícil, no puedo explicarlo. Pude haberlo dejado, haberlo pateado hacia la casa del vecino. Pero no. YO tenía que hacerlo. Yo tenía que cubrirlo en plástico, meterlo en una bolsa y cargarlo hasta los contenedores. Lo hice. Y aún no tengo claro qué tiré junto con el gato. Pero asumo que fue bueno. Ya sabe usted como soy, en todos lados leo algo.
En fin.
Reciba usted un abrazo. Siga escuchando su Placebo que yo tengo días escuchando The Quantic Soul Orchestra por razones que un día le contaré.
Me alegra saber que aprende, que la pasa bien, que se da cuenta de que en ese lugar académico no va a aprender mucho. Y no, yo no voy a ser su dragoncito que le hará una mancha en la mejilla. No me parece que se haya equivocado. Me parece que hay cosas que uno simplemente tiene que vivir para no tener que oírlas, soñarlas, leerlas o incluso escribirlas.
Yo estoy bien. Cada día tengo más claro que soy adicta al trabajo. Tengo siete grupos, lo cual implica algo así como doscientosdiez alumnos a quienes hay que escuchar, evaluar, enseñar. Me gustan mis clases, me gusta dar clases. Lo malo es calificar.
Y bueno, mientras usted sueña con balazos y persecuciones yo sueño mis propios balazos y mis propias persecusiones. Los balazos son las misivas de mi hermana. Su puño y letra le deja a uno el alma agujereada. Me persigue la novela. Me niego a continuar su escritura por algún tiempo y ella me acosa día y noche. Me dicta palabras mientras manejo. Me dicta oraciones enteras mientras camino.
El otro día tuve que hacerme cargo de un gatito muerto. Estaba frente a mi casa. Era de noche. No podía yo permitir que saliera el sol y mi hijo lo viera, que mi hijo viera al gato que había maullado todo el día anterior. Fue difícil, no puedo explicarlo. Pude haberlo dejado, haberlo pateado hacia la casa del vecino. Pero no. YO tenía que hacerlo. Yo tenía que cubrirlo en plástico, meterlo en una bolsa y cargarlo hasta los contenedores. Lo hice. Y aún no tengo claro qué tiré junto con el gato. Pero asumo que fue bueno. Ya sabe usted como soy, en todos lados leo algo.
En fin.
Reciba usted un abrazo. Siga escuchando su Placebo que yo tengo días escuchando The Quantic Soul Orchestra por razones que un día le contaré.
20.8.07
ESTA Y ESTA OTRA
Hay días en que amanezco y tengo ganas de cerrar los ojos otras cuarenta horas más. Hay tardes en que el sol me da en la cara y tengo ganas de que el carro se maneje solo. Hay noches en que leo y a la vuelta de cada línea me doy cuenta de que nunca nunca voy a escribir así o asá, como este o como aquel. Hay minutos hay horas en que me siento bien loser en todo sentido. No importa la casa bonita, el carro lavado, la tarjeta de crédito de walmart pal mandado, ni el hijo de ojos preciosos. Me siento loser. Arrastro la cobija de mis días.
Pero hay otros días.
Otras tardes.
Otras noches y otros minutos en que recibo noticias que me levantan el ánimo, que cosquillean mi ego y me hacen sonreír. Días que se suman a la casa bonita, al carro lavado, a la tarjeta de crédito de walmart pal mandado y el hijo precioso de los ojos preciosos.
¿Qué noticias?
Esta y esta otra.
Gracias a José Luis Martínez y
Gracias a Guillermo Vega por esta y por la otra.
Pero hay otros días.
Otras tardes.
Otras noches y otros minutos en que recibo noticias que me levantan el ánimo, que cosquillean mi ego y me hacen sonreír. Días que se suman a la casa bonita, al carro lavado, a la tarjeta de crédito de walmart pal mandado y el hijo precioso de los ojos preciosos.
¿Qué noticias?
Esta y esta otra.
Gracias a José Luis Martínez y
Gracias a Guillermo Vega por esta y por la otra.
16.8.07
15.8.07
THE BOOK OF JANE
Dear
I understand many people write for therapy—one’s own.
So this epistle, addressed to no one,
is therapy for me. What have I got to say—
oh a lot of crazy impressions about nothing
I imagine
(excerpt from Jane's diary, in: Jane: A Murder by Maggie Nelson)
I understand many people write for therapy—one’s own.
So this epistle, addressed to no one,
is therapy for me. What have I got to say—
oh a lot of crazy impressions about nothing
I imagine
(excerpt from Jane's diary, in: Jane: A Murder by Maggie Nelson)
14.8.07
NARRACIONES EXTRAORDINARIAS
Ese es el título de uno de los libros más leídos. Su autor, Edgar Allan Poe creó un terror que ha asustado a muchas generaciones. Yo suelo recomendarlo a los alumnos que comienzan a sentir un interés por la lectura.
Sin embargo, Narraciones Extraordinarias es el nuevo título de mis reuniones familiares. Anoche no fue la excepción. Yo no sé si es la carneasada, la cerveza victoria, o la lluvia que atolondra, pero el caso es que anoche ocurrió como ha ocurrido en otras ocasiones. Nosotros en vez de hablar de las tormentas en Asia, de las recientes elecciones en Baja California o las futuras olimpiadas, damos paso atrás y comenzamos a relatar todas esas anécdotas en que intervienen los integrantes de mi familia.
Sí, hacemos repaso de los momentos vergonzosos, de los choques, de las aventuras, de las mejores anécdotas familiares. Y léase: mejores significa aquellas que más nos han hecho reír por el bochorno incluído.
Yo no sé si todas las familias tengan sus noches de narraciones extraordinarias, pero me sorprende que las parejas de los hijos de mis papás sigan teniendo cariño por estos entes raros que somos.
Porque sí, somos raros. No extraordinarios.
Sin embargo, Narraciones Extraordinarias es el nuevo título de mis reuniones familiares. Anoche no fue la excepción. Yo no sé si es la carneasada, la cerveza victoria, o la lluvia que atolondra, pero el caso es que anoche ocurrió como ha ocurrido en otras ocasiones. Nosotros en vez de hablar de las tormentas en Asia, de las recientes elecciones en Baja California o las futuras olimpiadas, damos paso atrás y comenzamos a relatar todas esas anécdotas en que intervienen los integrantes de mi familia.
Sí, hacemos repaso de los momentos vergonzosos, de los choques, de las aventuras, de las mejores anécdotas familiares. Y léase: mejores significa aquellas que más nos han hecho reír por el bochorno incluído.
Yo no sé si todas las familias tengan sus noches de narraciones extraordinarias, pero me sorprende que las parejas de los hijos de mis papás sigan teniendo cariño por estos entes raros que somos.
Porque sí, somos raros. No extraordinarios.
13.8.07
MADE for PROVINCIA
NOTAS DE UN PERSONAJE EN BUSCA DE UN AUTOR
somos muy provincianos, no internacionales.
Y justamente porque somos provincianos,
de pronto nos volvimos internacionales.
Lo peor es intentar ser internacional.
Ingmar Bergman
Soy un personaje. Soy un simple personaje. Peor, soy un personaje de provincia. Soy básico, convencional. Melodramático. Vivo en páginas que me hacen sentir reiterativo. Vivo en la frontera pero apelo al costumbrismo. Repito el norte. Soy la provincia. Existo cuando no debiera. Mi autor se olvida que la literatura es artificio, mi autor insiste en el retrato fiel a la realidad, como si la realidad pudiera ser fiel a sí misma, mi autor sigue creyendo que la literatura tiene que decir algo, mostrar algo, cambiar algo. Yo, en silencio, deseo la muerte de mi autor.
A veces creo que nací de espaldas. Sin suerte. Impotente a la palabra. Completamente useless. Me siento ausente en tiempo, espacio. Fuera de la acción, incluso cuando estoy en acción. Soy descrito con un entusiasmo primitivo. Autóctono. Soy una postal que dice “Welcome to Meksico”. Soy una literatura que insiste en la presencia, necia como ninguna. Soy una literatura que registra, minuciosamente, el todo. Aburro. Canso. Soy unívoco. Sintomático. No soy cima, no soy incendio, no soy tormenta. No devasto. No consumo. A veces ni emociono. Soy recreo. Soy el habla coloquial: el lector se ríe de mi acento, de mi forma de pronunciar ‘mashaca, shamaca’, le gusta que hable golpeado, que diga fuistes, hicistes, que platique rapidito, de corridito. El lector, mi lector, se ve retratado en mí y míralo, es tan feliz. Soy su reflejo, dice y luego sonríe y me recomienda a otros lectores que también sonríen para repetir todos a coro: “así somos acá”.
Soy la sintaxis de la provincia. Un estigma.
Yo, soy un personaje en crisis.
Soy tópico. Soy creado con indolencia. Soy un escombro de la narrativa. Mi autor sigue buscando una estridencia que no requiero, sigue tirando balas al aire. Y las balas son de salva. Su violencia es plástica. Su orgullo regionalista. Su cosmpolitismo inefectivo. Su escritura inmóvil. Escribe de lo mismo, con lo mismo. Es un adolescente que busca suerte en el otro lado o en el DF. Se olvida de la luz de lo narrado: la novela, el cuento, el relato. Borra la experiencia en sí. Cuida las formas, eso sí, se hace de simetría, de estilo. De estructuras apantalllantes. Como si la vida fuera forma, simetría y estilo. Estructura.
Mi autor tiene atisbos de conciencia social, le da por denunciar. Por enrabiarse. Explora causas y apunta las consecuencias con su dedo índice. Me hace esto porque al final ha planeado que seré aquello. Me pone aquí porque antes estuve allá. En mí: “no hay actos rotundos, independientes, absurdos”. No soy instinto. No soy desmesura. Soy el rumor de las calles.
Soy registro. Caricatura.
Estoy sometido.
Dicen que hay otros personajes, hechos por autores que desafían el estado de las cosas, que recrean con plenitud y vacío la existencia, porque la existencia es eso, plenitud y vacío, conquista y pérdida. Dicen que hay personajes que no representan la realidad, la encarnan, se vuelven ella sin ser su remedo. Dicen que hay relatos que dan reveses, que son justo eso que uno no espera. Son aquello que uno teme. Aquello que uno insiste en negar. Dicen que hay una narrativa que apuesta, que esculpe los fantasmas que nos rodean.
Yo soy un remedo. Mi historia, previsible. Yo no formo parte de “una prosa brutal” (Lemus, 2005). Yo no vivo en “una estructura delirante, tan tajada como la existencia”. Yo vivo en el cuarto contiguo al lector. Mi lector es fácil. Mi lector, asiente. Me da por hecho. Me admite. Me hace suyo. Soy un gesto petrificado y él no lo sabe. Soy palabra cauta y él se conforma. I’m made for provincia.
Y no puedo ser así. No quiero ser así.
Yo, como personaje, deseo ser incómodo, ser la cicatriz que no puede ocultarse, el insulto con eco. El abandono. La devastación del tiempo, del espacio, del lenguaje. Una errata. Necesito un autor. Necesito un autor arrojado, mordaz, tosco incluso. Un autor dueño no de uno, sino de muchos mecanismos, los necesarios, los no previstos, los que sean capaces de hacer una narrativa que no esté hecha ni para provincia ni para centro. Una narrativa-narrativa.
(¿ponencia? leída en el III Encuentro de Jóvenes Escritores de Monterrey)
A veces creo que nací de espaldas. Sin suerte. Impotente a la palabra. Completamente useless. Me siento ausente en tiempo, espacio. Fuera de la acción, incluso cuando estoy en acción. Soy descrito con un entusiasmo primitivo. Autóctono. Soy una postal que dice “Welcome to Meksico”. Soy una literatura que insiste en la presencia, necia como ninguna. Soy una literatura que registra, minuciosamente, el todo. Aburro. Canso. Soy unívoco. Sintomático. No soy cima, no soy incendio, no soy tormenta. No devasto. No consumo. A veces ni emociono. Soy recreo. Soy el habla coloquial: el lector se ríe de mi acento, de mi forma de pronunciar ‘mashaca, shamaca’, le gusta que hable golpeado, que diga fuistes, hicistes, que platique rapidito, de corridito. El lector, mi lector, se ve retratado en mí y míralo, es tan feliz. Soy su reflejo, dice y luego sonríe y me recomienda a otros lectores que también sonríen para repetir todos a coro: “así somos acá”.
Soy la sintaxis de la provincia. Un estigma.
Yo, soy un personaje en crisis.
Soy tópico. Soy creado con indolencia. Soy un escombro de la narrativa. Mi autor sigue buscando una estridencia que no requiero, sigue tirando balas al aire. Y las balas son de salva. Su violencia es plástica. Su orgullo regionalista. Su cosmpolitismo inefectivo. Su escritura inmóvil. Escribe de lo mismo, con lo mismo. Es un adolescente que busca suerte en el otro lado o en el DF. Se olvida de la luz de lo narrado: la novela, el cuento, el relato. Borra la experiencia en sí. Cuida las formas, eso sí, se hace de simetría, de estilo. De estructuras apantalllantes. Como si la vida fuera forma, simetría y estilo. Estructura.
Mi autor tiene atisbos de conciencia social, le da por denunciar. Por enrabiarse. Explora causas y apunta las consecuencias con su dedo índice. Me hace esto porque al final ha planeado que seré aquello. Me pone aquí porque antes estuve allá. En mí: “no hay actos rotundos, independientes, absurdos”. No soy instinto. No soy desmesura. Soy el rumor de las calles.
Soy registro. Caricatura.
Estoy sometido.
Dicen que hay otros personajes, hechos por autores que desafían el estado de las cosas, que recrean con plenitud y vacío la existencia, porque la existencia es eso, plenitud y vacío, conquista y pérdida. Dicen que hay personajes que no representan la realidad, la encarnan, se vuelven ella sin ser su remedo. Dicen que hay relatos que dan reveses, que son justo eso que uno no espera. Son aquello que uno teme. Aquello que uno insiste en negar. Dicen que hay una narrativa que apuesta, que esculpe los fantasmas que nos rodean.
Yo soy un remedo. Mi historia, previsible. Yo no formo parte de “una prosa brutal” (Lemus, 2005). Yo no vivo en “una estructura delirante, tan tajada como la existencia”. Yo vivo en el cuarto contiguo al lector. Mi lector es fácil. Mi lector, asiente. Me da por hecho. Me admite. Me hace suyo. Soy un gesto petrificado y él no lo sabe. Soy palabra cauta y él se conforma. I’m made for provincia.
Y no puedo ser así. No quiero ser así.
Yo, como personaje, deseo ser incómodo, ser la cicatriz que no puede ocultarse, el insulto con eco. El abandono. La devastación del tiempo, del espacio, del lenguaje. Una errata. Necesito un autor. Necesito un autor arrojado, mordaz, tosco incluso. Un autor dueño no de uno, sino de muchos mecanismos, los necesarios, los no previstos, los que sean capaces de hacer una narrativa que no esté hecha ni para provincia ni para centro. Una narrativa-narrativa.
(¿ponencia? leída en el III Encuentro de Jóvenes Escritores de Monterrey)
8.8.07
MONTERREY, HOY
7.8.07
: )
tierra adentro, tierra adentro, tierra adentro, tierra adentro, tierra adentro, tierra adentro, tierra adentro...
es todo lo que voy a decirles por el momento.
tierra adentro, tierra adentro, tierra adentro, tierra adentro, tierra adentro, tierra adentro, tierra adentro...
es todo lo que voy a decirles por el momento.
tierra adentro, tierra adentro, tierra adentro, tierra adentro, tierra adentro, tierra adentro, tierra adentro...
LAS TRES PREGUNTAS
Ayer fue mi inicio de semestre. Y al igual que los últimos tres semestres comencé mi clase con tres de mis grupos diciéndoles a mis alumnos que tenían derecho a hacerme tres preguntas personalísimas, con la condición de que nunca más me preguntaran durante el semestre sobre mi vida. Esta vez las preguntas fueron ciertamente curiosas:
1) ¿Cómo ha sido su vida?
2) ¿Cómo le gustan los hombres?
3) ¿Cuántas veces se ha enamorado?
4) ¿Cuántos años tiene?
5) ¿Qué piensa del amor?
6) ¿Tiene hijos?
7) ¿Qué ha sido lo más atrevido que ha hecho?
8) ¿Cómo fue su primera gran borrachera?
9) ¿Le gustan sus fotos del Hi5?
Mis respuestas ustedes que tanto me conocen seguramente ya las saben. Incluso, los que más me conozcan seguramente se reirán un poco de lo que yo puedo decir en las tres primeras preguntas. Veremos qué sucede hoy, con mis otros nuevos grupos.
1) ¿Cómo ha sido su vida?
2) ¿Cómo le gustan los hombres?
3) ¿Cuántas veces se ha enamorado?
4) ¿Cuántos años tiene?
5) ¿Qué piensa del amor?
6) ¿Tiene hijos?
7) ¿Qué ha sido lo más atrevido que ha hecho?
8) ¿Cómo fue su primera gran borrachera?
9) ¿Le gustan sus fotos del Hi5?
Mis respuestas ustedes que tanto me conocen seguramente ya las saben. Incluso, los que más me conozcan seguramente se reirán un poco de lo que yo puedo decir en las tres primeras preguntas. Veremos qué sucede hoy, con mis otros nuevos grupos.
3.8.07
1001 LIBROS
Esta mañana al llegar a mi oficina recibí un regalo gigantesco y caro. Una edición preciosa en español del libro 1001 Books you must read before you die de Peter Boxall. Una joyita que incluye comentarios sobre el autor y una obra en específico además de una magnífica estela de portadas, ilustraciones de primeras ediciones y fotografías de autores. Mi nuevo libro posee los encantos literarios desde el siglo XVIII hasta el XXI que uno, en definitiva, debería leer.
Una cosa es tener un libro así, otra muy distinta es que alguien te regale un libro así.
Una cosa es tener un libro así, otra muy distinta es que alguien te regale un libro así.
Suscribirse a:
Entradas (Atom)