Al inicio de su novela The dark sister, Rebeca Goldstein[1], describe el ritual de Hedda, una escritora de treintaytantos, en pleno proceso creativo. Ella después de estar escribiendo por una o dos horas, se levanta de su escritorio a mirarse en el espejo por una o dos horas también. “De este modo, las ideas llegaban”, explica el narrador. "Su reflejo, alargado por el ángulo en el cual el espejo tocaba la pared, era - por ahora- el campo sombrío, el acto de metamorfosis, a través del cual los vapores de la imagen se convertían en palabras".
No sé aún por qué rescato esto aquí, pero en cuanto lo sepa, hago otro post.
[1] Goldstein, Rebeca. The dark sister. 1st. ed. USA: Penguin, 1993.
3.3.06
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