Nos conocimos en una situación curiosa. El destino tiene un sentido del humor inexplicable. No hemos compartido el pan y la sal, compartimos el corazón y varias cervezas. Lo primero en tiempos distintos y lo segundo en la misma mesa.
Luego cuando todo indicaba que yo tenía una nueva gran amiga, cuando las conversaciones en el msn pasaban de la risa a la seriedad y luego de vuelta a la risa, justo cuando la cosa se ponía buena y lo que seguía era tomarme un café con ella... llegó Campeche. Campeche que se la llevó con una buena oferta de trabajo porque aquí por alguna chingada razón no encontró lo que merece.
El destino y sus chistes de serie B.
Por eso y por todo lo que se veía venir entre ella y yo, más que un abrazo fuerte rojo y apretado va todo el cariño, todo todo el cariño que cabe en el discurso web que viaja sin detenerse.