Estábamos esperando que llegara el tipo que nos iba a pagar nuestro sueldo de la semana. Éramos varios pero la C y la S pronto se apartaron del resto, buscaron solecito y se pusieron a platicar. De esto, de aquello. De los estos y aquellos que son lo de encimita. Y luego, poco a poco, paso a pasito comenzamos (o nomás fui yo?) a desenterrar otros temas. Toco comenzó con la coincidencia de que las dos trabajamos algún tiempo en el mismo lugar sin saberlo.
La plática se extendió, el pasado también, ahí frente a nosotras en esa banquetita bajo ese solecito. El trabajo, la escuela, las mamás, los novios, los hijos... y más que nada: nosotras. Las nosotras que una vez fuimos o creímos ser, las nosotras que estamos construyendo ( o sólo soy yo la que necesita la carroceada?). Nosotras que nos queremos tanto...
Al rato llegó el tipo con los sobrecitos amarillos y el consabido sueldillo. Nos fuimos contentas en el chevy, por lo hablado, por lo ganado (y sí también por el sueldillo).
Va bien el sábado.
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