¿No te ha pasado que estás viendo libros y te encuentras una y otra vez por semanas, meses, casi años con la portada de una novela que te roba, te atrapa? ¿No te ha pasado que dices la voy a comprar, la voy a comprar y por una u otra no lo haces? ¿No te ha pasado que, tentada a cada rato, evitas averiguar más sobre ella, en la red o con los amigos?
Y un día.
La Biblioteca de tu escuela la adquiere (ji ji, a petición tuya, para un trabajo, argumentas). Y feliz, con tu credencial de profesora de cátedra la sacas un viernes.
Y el domingo.
El domingo.
Devoras, devoras las páginas y te encuentras con una narrativa que te roba, te atrapa, te deja sin aliento, sin ganas de bajar a comer o ponerle play otra vez a tu disc player. Te encuentras con una historia, con unas palabras que quieres robar, atrapar, adoptar como tu aliento. Y observas una y otra vez la portada entre página y página, y te choca que el libro no sea tuyo porque no puedes subrayar lo que más te gusta.
Nadie me verá llorar hace que todos, en mi casa, me vean gozar... y entienden y no interrumpen (mas que para amararle el zapato del niño de 4 o prepararle la leche al sobrino de 5).
No la he terminado pero.
De hoy no pasa.
Porque soy la lectora que se acepta a sí misma.
gracias cristina, gracias whoever and wherever you are...
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