12.12.07

MY OWN NOVECENTO (versión corregida y aumentada)

El viernes pasado llegó con él. Pequeño, rojo con negro. Lo colocó en sus manitas de niño de casi nueve años y del acordeón comenzaron a salir sonidos, no acordes, cosas raras, sin sentido pero a las que una, su madre al fin, les encontró sentido y humor (aunque una hora después ella, su madre al fin, tuvo ganas de tirar la madre -es decir, el acordeón- al bote de basura). Al otro día, cuando su papá llegó por él, niño y acordeón salieron por la puerta.

El domingo niño e instrumento volvieron y encontraron a la mamá-alicia-caída del túnel, encamada. Y el niño me llenó de cariños y el acordeón (bendito sea) guardó silencio.

El caso es que anoche escuché de manos de mi hijo de casi nueve años el más bello concierto. No tengo idea cómo lo hizo, pero logró sacar una larga y bellísima melodía (y miren que dicen que mamá cuervo y noséqué pero lo juro que honesta y objetiva siempre he sido), la melodía se extendía como el acordeón mismo. Como dice la Josefa, como dice cri-cri, se hacía grandote se hacía chiquito.

Yo lo escuchaba y no podía sino pensar en Dany Boodman T. D. Lemon Novecento el personaje de la novela de Baricco. Así pequeñito cuando de la nada a bordo del Virginian se apodera del piano sin lección alguna o como si su vida entera hubiera sido una sesión de piano.

No sé qué suceda, igual y el acordión se llenan del mismo polvo que la batería y la flauta t el violín pero, mientras tanto, tengo al mejor acordionista a bordo de mi casa.

(p.s. ya volví al trabajo, ya estoy mejor del golpe, gracias a todos)
(p.s.2. por qué nadie me dijo que escribí acordeón mal en el post original)
(p.s3. por qué nadie me pregunta las historias de la batería, de la flauta y del violín)
(p.s.4. nótese, estoy sensible)

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