18.7.06

1989/1991

En 1989 mi hermana llamó a mis padres desde Londres y les dijo que se había casado. Ellos no sabían lo que descubrieron dos años después: su hija no sólo tomó un esposo, tomó también otro nombre, otra nacionalidad y una religión. Pero en 1989 mis padres ignoraban todo esto y recibieron la noticia como los padres tratan de tomar las noticias de sus hijos: con gusto. Supongo que hubieran querido conocer al novio, seguir todo ese protocolo que implica el matrimonio de una hija. Pero se ahorraron los reclamos.

Su hija, de pronto, les era ajena.

Con frecuencia me pregunto qué pudo sentir mi madre la primera vez que la vio así, hablando un idioma desconocido y vestida de pies a cabeza por telas que más cubrían un cuerpo como un secreto. Con frecuencia me pregunto, cómo hizo mi padre para darle la bienvenida a su esposo. Con frecuencia me pregunto qué sintieron al ver que su hija hablaba y se movía hasta que su esposo lo permitía, al verla de rodillas en medio de la nada rezando sobre un tapete.

1991 debió ser el año más difícil para mis padres. Ese fue el año en que tuvieron que admitir que esa mujer con telas oscuras y mirada gris se parecía muy poco, muy muy poco, a la que una vez fue su hija. Tuvieron que aprender a pronunciar su nombre. Tuvieron que aprehender su nombre. Ese fue el año en que tuvimos que entender que nuestra familia nunca sería la misma. Tuvimos que cubrir las ventanas y evitar visitas, olvidar las risas y contener el llanto.

1991 fue el año que perdí a mi hermana y al perderla me perdí un poco yo. Fue el año en que descubrí que no sabía cómo ser parte de todo y me perdía en nada. Fue el año en que comprendí que una familia es difícil de entender. Fue el año en que decidí que hay historias que se apropian de uno y no al revés.

Ese fue el año que comencé a escribir.

9 comentarios:

Claudia Salcedo dijo...

Y a mí como lectora esta historia me tiene atrapada, espero alguna vez leerla completa. Se que es algo entrometido pero cada que te refieres a esta historia, siempre me hace falta una mirada, la de la protagonista, siempre parece que los otros cuentan su historia, la dicen, la recrean y ella solo aparece y se mueve y se viste y hace todo sin que nunca tenga ella la voz para decir: lo hice por esto, o sentí esto, o decidí aquello.
Uno cuando actua de lector quiere saber, quiere ver, se olvida que los escritores no siempre tienen las mismas motivaciones, sin embargo,a riesgo de parecer entrometidamente insistente pienso que ella deberia tener voz.

Saludos y que gusto que estes disfrutando el lab.

Mercedes dijo...

Tus padres estan cubiertos de paciencia, piel de durazno.
Te envio un abrazo fuerte, fuerte...

sylvíssima dijo...

Claro, ella debería tener voz, ojalá yo pudiera escuchar su voz pero no es posible. Ella ha permanecido en silencio, de ahí que esta novela se construya a partir de testimonios de otros. A mí también me gustaría saber, a mí también me gustaría oírla...

Gracias siempre por tus comentarios,

un abrazo doble

Claudia Salcedo dijo...

Solo un comentario/provocación más:

Tú eres la escritora, dale tú la voz.

Estoy segura que sería una gran catarsis, de hecho creo que al final de cuentas ese es el fin de que esa historia ronde tus afanes y obsesiones.

abrazos

sylvíssima dijo...

jiji, que suave provocadora eres...
pero no, por el momento ella no tendrá voz porque ella no tiene voz, es parte del eje de la novela, es la provocación de la novela...

sí seguro habrá lectores frustrados... ji ji

gracias, más gracias y si me mandas tu email puedo enviarte un borrador si estás interesada en leer y seguir provocando...

arturo dijo...

wow

Lupercia dijo...

concuerdo... wow

saludos!

Claudia Salcedo dijo...

Sabes que me encantaría poder leer el borrador de tu novela, por ahora no tengo mucho tiempo pues tengo que terminar con una tesis de maestría que era para ayer, ya sabes como es eso. pero igual si tu quieres mandarla hago algunos huequitos por ahí (cosa que se me hace un honar tan grande, Wow) pues mi correo es cloe_7208@hotmail.com

Pedro de Isla dijo...

A mí si mándamela, sabes que soy tu fan...

Un abrazo a tí y al yerno...