Ya duerme a las horas que debe dormir y ya no bosteza a las horas en que debe trabajar. Ya no se pasa la noche acomodando varias veces el cojín verde, moviéndose de un lado u otro hasta encontrar la posición perfecta. Tampoco prende la luz para mejor ponerse a leer mientras el reloj le grita que se duerma o no se levantará.
No, nada de eso.
Sylvíssima ya duerme, duerme como princesa sin guisante bajo el colchón.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario