Memoir es la mejor palabra que describe lo que quiero hacer. No podría ( o no quiero explicarme ahorita) pero es la palabra que, cómo péndulo, se mueve de derecha a izquierda en mi cabeza. Memoir que no es lo mismo que memory. En eso pensaba cuando me topé con, casualidad que nunca es casualidad, un número que la revista National Geographic dedica a la Memoria. En su interior hay un artículo que se llama "Recuerda esto" de Joshua Foer en el cual presenta diversos testimonios y estudios en torno a los misterios del cerebro y e la memoria.
Leí la historia de una mujer cuya madre sufre de alzheimer. La hija entonces tiene años tomándole fotos y se las muestra, le muestra a su vez fotos viejas para tratar de darle un poco de pasado al presente que vive desde que amanece y hasta que anochece. ¿Habrá acto más bello que eso? La madre, por supuesto, pocas veces recuerda algo y, sin embargo, la hija sigue haciéndolo. ¿Habrá más constancia que esa?
No sé.
Foer, en su construcción de las metáforas de la memoria construye la más bella:
"The metaphors we most often use to describe memory—the photograph, the tape recorder, the mirror, the hard drive—all suggest mechanical accuracy, as if the mind were some sort of meticulous transcriber of our experiences. And for a long time it was a commonly held view that our brains function as perfect recorders—that a lifetime of memories are socked away somewhere in the cerebral attic, and if they can't be found it isn't because they've disappeared, but only because we've lost access to them".
3.12.07
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