Un par de manos mágicas, un par de manos con líneas de muchos años y de mucha sabiduría tocaron mi espalda, relajaron mi espalda. Luego, un tronido, luego otro. Salí caminando con menos dolor y hoy 24 de diciembre de dosmilsiete camino perfectamente bien. Todo aquello que mi espalda absorbía, todo aquello que mi alma retenía salió en ese CRACK. Entre lágrimas y pesares dije adiós al dolor, al peso, al mío y al de otros.
Hay manos mágicas. Como las de ese hombre. Y hay manos que si bien no tienen magia tienen la fuerza para tocar, escribir, creer y decir adiós cuando es necesario.
24.12.07
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