De pequeña contaba mis pasos. Caminaba y contaba. Uno, dos, tres, cuatro. Contaba los pasos entre una línea y otra, entre una esquina y otra. Cuando vivía en el DF miraba los edificios y contaba sus pisos. Cinco, seis, siete, ocho. Ahora cuento páginas, a J.P. le da risa, le parece raro. Por supuesto yo trato de que no me dé risa y de que no me parezca raro que él cuente palabras, porque sí, él cuenta palabras.
Hay muchas cosas que se pueden decir de esta manía de contar. Puedo decir que me gusta más contar páginas que cualquier otra cosa, especialmente cuando se trata de mi escritura. Cuento las páginas que he avanzado como si eso me acercara más a algo, a alguien. Cuento las páginas que he avanzado como si eso sirviera de algo.
17.7.06
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