16.7.03

UNA VEZ ME CASÉ (bienvenida al mundo adulto)

Sí, me casé. Y típico: juramos amarnos hasta que la muerte nos... Pero las situaciones avanzaron de manera opuesta al juramento. Hay que decirlo, a veces la pasábamos bien, nos reíamos, oíamos música juntos. Hablábamos. Pero las más de las veces hablar se convertía en discusión. Nunca faltaron motivos, no señor: que si la luz, el teléfono, las arrugas en la ropa, un ex, una ex, ¿dónde estabas?, ¿viste cómo me habló tu mamá?, no estoy enojado, ay no me hables en ese tono, ¿me quieres? ¿por qué ya no escribes?
Supongo que no estábamos listos. Además, claro, de la necedad que tenemos hombres y mujeres de hablar en distinto idioma. La cosa terminó mal, cada quién dedicó graves pensamientos a la madre del otro. ¿O sólo fui yo? No me acuerdo. Pero sí estoy segura de que fue el año más largo de nuestras vidas y el más corto para un matrimonio. Hasta da pena. Tantas promesas, deseos, sueños, tantos regalos. Todo para que después esto es tuyo, esto es mío, toma tus sueños, dame mis deseos, firma esto por favor, aquí se partió una taza y cada quién...
Una vez me divorcié. Al principio me culpaba, ah jodidos cómo me culpaba. Más tarde, claro, me dio por culparlo, aunque sea un poquito. Y luego un día entendí que no es cuestión de culpas.
Cuando se vive algo así, piensas que tienes que decirle a todo mundo que tú a los 26 años ya estabas divorciada y con un hijo. Tardas en entender que eso-a-nadie-le-importa. Fue difícil. Pero nada que un empleo, de 44 horas a la semana en la iniciativa privada, no pudiera quitar. Y luego, unos años más tarde y a los primeros te quiero del niño de los ojos grandes, todo quedó atrás. Como un mal sueño, o como una noche en que por más que te acomodas no puedes dormir.
Debo confesarlo: extraño el refri blanco, un par de discos y la crema de zanahoria que hacía su mamá. Pero me encantó lo que aprendí. Me gusta la mujer que comencé a ser después de. Y como el epílogo de una película basada en una historia verdadera se puede decir que: J es ahora un artista reconocido y vive del sistema nacional de creadores, ha formado una nueva familia y se mantiene cerca de su primer hijo. S da clases, escribe, piensa que el amor, la felicidad y otras sandeces sí existen, nada, hace yoga, ve caricaturas con su niño y los amigos de ambos.
Se dice por ahí que sonríe cuando maneja sola.

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