Un lugar donde no conozco casi a nadie, excepto dos, tal vez tres personas. La mayoría usa ropa cómoda, camisetas, jeans, tenis, lap tops. Hay dos mesas largas, sillas muchas, red inalámbrica que no pide contraseña. Hay gente que se conoce y gente que no se conoce lo que sí es que hay gente que sabe de lo suyo (de lo que todas nosotras usamos por mero instinto, Mafaldas al fin). Si ustedes pudieran verme, mi lap da la pantalla de que soy así de que sé de lo que van a hablar pero en realidad observo.
No se los he dicho tengo un mes en plena metamorfosis (si así se le puede decir) tomé una decisión importante, es lo de menos, pero he comenzado a hacer cosas que antes no, que normalmente no, que yo creía que no. ¿Por qué? pues porque sí, porque mi casa da miedo de tan cómoda (y de tan pequeña), porque estaba un tanto cansada de que mi estado de ánimo dependiera de otros, del tiempo de otros, de las ganas de otros (suena a leperez pero lo juro que no es) (no es).
En el último mes he salido, platicado, bailado, jugado, reído, comido y escuchado a gente que no tiene nada que ver con lo que yo hago, lo que yo soy, lo que yo quiero y es simple y sencillamente: formidable.
Anyway, ya le corto aquí pues la charla sobre algo que probablemente no voy a entender está por iniciar.
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