En el 2003 escribí
esto , y pensé que con eso cerraba un ciclo de estar preguntándome de dónde demonios viene mi apellido y algunas otras dudas existenciales que no sé si todos han tenido alguna vez. Dediqué a los abuelos que nunca conocí, y que nunca pude descifrar, tiempo y escritura.
Cinco años después recibo correos de una persona que tiene el mismo apellido que yo y que resulta ser sobrina-nieta de mi abuelo, en un par de correos me resume un poco la vida de los hermanos de mi abuelo y resuelve un poco mis dudas aunque no la más importante: ¿por qué nunca antes supimos de ellos?, ¿por qué nunca antes hubo un acercamiento ya no a nosotros sino a mi madre y a su hermano? Llegué a la conclusión entonces de que no había más familia que mi familia y cerré el diálogo y dejé de preguntar y dejé de interesarme.
Ahora, apenas la semana pasada, recibo otro correo. En esta ocasión el remitente no comparte mi apellido pero sí está en su genealogía. Hay en este país otra persona que ha vivido años y años tratando de descubrir como un apellido húngaro como el nuestro llegóy se asentó aquí. Ella es quien me ha dicho que Wilhelm Zelený Warta es mi tatarabuelo, que nació en 1844 en una Praga que entonces pertenecía al Imperio austro-húngaro. Fue militar y vino a México como parte del ejército que acompañaba a Maximiliano en 1864. Aquí se casó no una sino dos veces y aquí murió en 1906 y está enterrado en Puebla.
No me pregunten qué pensé, qué sentí, qué planee después de enterarme de todo esto y, especialmente, después de ver esta fotografía en donde encuentro la nariz de mis hermanos, los ojos de mi madre, las cejas de mi tío.
De momento puedo decirles que tengo dos días leyendo sobre Maximiliano y su tropa, sobre Napoleón III, veo fotos de Francois Aubert, busco y busco y mi imaginación recrea a Wilhelm. ¿Para qué? No lo sé.
Aún no.