Nunca imaginé que un día alguien me preguntaría ¿qué hiciste anoche? y mi respuesta fuera estaba con la vecina. Suena como raro, raro en mí que fui educada para no hacer grandes migas con la gente que vive alrededor de mi casa. Mi familia es más bien cerrada en ese asunto.
Pero yo, para variar, soy la loca de la casa, la subversiva: yo, me llevo con mis vecinos.
Así pues, ayer mi vecina me hizo el favor de cuidar un rato al hijo, a las ocho, cuando fui por él, un delicioso aroma a frijolitos recién hechos recorría su cocina. ¿Se quedan a cenar? Preguntó. No, gracias, cómo crees. Y típico, la vecina insistió, el hijo rogó y al final, Sylvia cedió.
La pasamos bien y es que es tan suave encontrar cosas en común, complicidad pues en una persona que nunca has visto. Claro que también es suave que a la plática sabrosa se una un platito de frijoles pintos con queso de yécora que es durito y seco, un parmesano de yécora delicioso...
Hablamos de sus hijas y de mi hijo (¿ya les dije que Esther es mamá de la ene y de la vale, las compas del juanantonio?), de la vecina que nos hace cara fea a veces y del vecino que recién compró lámparas en liverpool. Hablamos de zapatos, de recibos de luz y de lo difícil que es a veces mantener una casa.
También me pasó la receta de los frijolitos pintos!!
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